Educación

Madrid es un paraíso

Todo sugiere que lo que realmente les molesta en este caso, como en todos los demás, es que el pueblo pueda elegir

Tituló «El País»: «Madrid, paraíso de la educación privada». No era un elogio, claro que no, porque «solo un 40% de los alumnos de la capital» acuden al sistema público, y esto al periódico progresista le parece un infierno.

El artículo se inscribe en la entusiasta campaña de la izquierda contra el PP en Madrid, que se centra en la idea de que en educación los populares solo ayudan a los asquerosos ricos, mientras que la izquierda, como la Madre Teresa, se desvive por los pobres. Es un fabuloso camelo, que entre otras cosas ha distorsionado el fundamento de las becas, convertidas gracias al socialismo en un instrumento meramente redistributivo, sin ninguna relación con el esfuerzo y el mérito.

El problema es que las becas de Ayuso son «ultraliberales», porque pueden acceder a ellas personas de clase media. Tronó «El País» en un solemne editorial: «las ayudas benefician, pues, solo a las élites y dinamitan la igualdad de oportunidades». El consejero, Enrique Ossorio, aclaró en «El Mundo»: «Damos 600.000 becas, especialmente a rentas más reducidas, y hemos querido que 12.000 las pudieran pedir esas personas de clase media».

La izquierda, y antiguos cargos de Ciudadanos en la Comunidad de Madrid en la época de Garrido, están desolados, porque «eso es desviarse de la justicia social». Obviamente, la definen los progresistas.

Todo sugiere que lo que realmente les molesta en este caso, como en todos los demás, es que el pueblo pueda elegir. Escuché a doña Carmen Calvo denunciar que «Madrid es la comunidad que menos invierte en educación». Aquí hay algo extraño, porque la señora Calvo llama «invertir» al gasto público, no al gasto de la sociedad. En otras palabras, para ella no hay inversión en educación si no es con dinero extraído a la fuerza de los ciudadanos. Y son esos ciudadanos los ignorados por los progresistas, porque resulta que el supuesto infierno educativo de Madrid se debe a la elección libre de las mujeres y los hombres. Son personas, al parecer, sin criterio: han dejado de votar a la bondadosa izquierda; de hecho, han llegado a respaldar en las urnas masivamente a Díaz Ayuso y a expulsar al héroe progresista, Pablo Iglesias, de la política. Para colmo, también han elegido apoyar la enseñanza privada y concertada. Intolerable infierno, sin duda.