Opinión

El caballo de Troya del secesionismo

La tensión en el Govern de la Generalitat entre los socios de la coalición secesionista ERC y Junts, está llegando a su límite con una salida bien de ruptura, bien de continuidad. En cualquier caso, es un rotundo ejemplo del deterioro y declive del Procés, evidenciado en la manifestación de la Diada de hace una semana, con un enfrentamiento entre ambos partidos, una ERC ausente de la misma y una diezmada participación ciudadana reflejo de la carencia de la capacidad de movilización acreditada de años atrás. Junts tiene de líderes de referencia a Puigdemont y a Laura Borràs, lo que lo resume y hace fácilmente comprensible lo que sucede en su seno. Con ambos dirigentes en puertas de una inhabilitación, sin excluir incluso una extradición previa del prófugo de la Justicia –en su particular Waterloo de reminiscencias napoleónicas, no precisamente victoriosas–, para ellos su interés es «cuanto peor, mejor», apostando por la ruptura del Govern.

Otro sector de dicha formación está por la continuidad, conscientes de que «fuera hace frío», llevando décadas al calor de la administración antaño de CiU. Entre tanto, ERC y el PSC están a la espera, deseando que triunfe la opción rupturista que permita conformar un nuevo tripartito entre ellos y los Comunes versión autóctona de UP. Ese nuevo tripartito garantizaría absolutamente la estabilidad del gobierno de Sánchez hasta final del año próximo, que es su prioridad máxima.

El desenlace no puede esperar, con la Mesa de diálogo de Sánchez y Aragonés como contraprestación adicional para los de Junqueras en su disputa por el liderazgo del espacio separatista. Lo patético es que quien paga este intercambio de favores es la España constitucional, y en su seno la Cataluña convivencial y próspera. No olvidemos que fueron los tripartitos similares a éste, y además presididos por los socialistas Maragall y Montilla, los que sentaron las bases del Procés con el nuevo Estatut que no estaba en la agenda de reivindicaciones prioritarias de ningún partido nacionalista del momento. Si «por sus frutos los conoceréis», el PSC se ha revelado como el caballo de Troya del secesionismo catalán, y ya se perfila ese mismo papel con su alianza con Bildu en Navarra y a nivel nacional, apuntando al pacto en el País Vasco con similares consecuencias.

Un fruto tan lamentable como evidente de ello es la situación de la lengua española oficial del Estado en la escuela catalana, con una regulación legal propia de lengua extranjera. Mañana hay una manifestación en Barcelona para pedir que se respete un 25% de su presencia en las aulas, como ha dictado la Justicia, con el Gobierno y el PSC de perfil. Sobran palabras.