Rusia

Promesas

Si el invierno alemán fuese algo más cálido, todo podría cambiar para Putin. Para el mundo. Pronto se verá

Putin está nervioso. Los analistas se cansaron de examinar sus movimientos. Dijeron que no lee las noticias ni se entera de nada –idea que contribuyó a que provocara más terror, como se teme a un loco con metralleta–, pero ahora todo indica que no está tranquilo.

En el foro «Armia-2022», ha prometido que Rusia ofrecerá «a sus aliados y socios el armamento más moderno, desde armas de fuego a blindados, artillería, aviación militar y drones de asalto». En esta cumbre, Putin se puso los zapatos de tacón y, desde su atalaya de supervillano del Metaverso, le prometió todo tipo de suministros al chiflado Kim Jon Un, dictador de Pyongyang, que se pirra por todo lo que arda y explote. Claro que tal discurso resultó otra de las promesas vanas del de la KGB: ¡no tiene armas para su propio y depauperado ejército, como para regalárselas a los norcoreanos...! Ya dice el refrán: «Dime de qué presumes…».

Se nota su impotencia en todos los encuentros que está llevando a cabo con las «potencias» más rabiosamente anti democráticas, a cuyos líderes les va sirviendo zanahorias envenenadas («as usual»), prometiéndoles un menú al gusto del consumidor, tratando de complacer los deseos más evidentes y horrendos de sus posibles aliados. Aunque practica el halago con igual finura que el crimen. Por eso, al norcoreano le ofrece armas sin límite (que no tiene); al chino le obsequia la hegemonía mundial bajo «las reglas de la ONU» (un poder e influencia que ni tiene ni tendrá después de lo que está haciendo); al bielorruso le ofrenda destrucción y saqueo al por mayor. Etc. Pero sus nuevos mejores amigos –especialmente el chino–, no son tan idiotas como él supone.

Putin, además, espera ansioso el invierno, aunque…, ¿y si el volcán Tonga –que ha aumentado la temperatura de todo el planeta para varios años–, suavizara los rigores del hielo este año y los próximos cinco, convirtiendo a Berlín en Benidorm…? Si el invierno alemán fuese algo más cálido, todo podría cambiar para Putin. Para el mundo. Pronto se verá.