Pedro Sánchez

Cuando vendes España por un Falcon

Todo sea por mantenerse en el machito, por seguir veraneando en la residencia real de La Mareta, por continuar fardando con los amigos en Doñana y por viajar cinco años más en Falcon.

¿Se imaginan a Joe Biden pactando con Adolf Putin la entrega de Ucrania a cambio de que el sátrapa arregle bajo mano el impeachment al que está siendo sometido el presidente? ¿Qué pasaría con un presidente taiwanés que vendiera su alma a un diablo llamado Xi Jinping anexionando la isla a China con la vergonzante contrapartida de que financie su campaña electoral? Tanto en un caso, como en el otro, acabarían con los dos pies en el banquillo y pie y medio en prisión en el mejor de los casos. Lo que resulta utópico en democracias de calidad, en naciones serias, es una realidad en esta España sanchista que resulta ya una caricatura de la de la Transición, de la del felipismo, de la de Aznar e incluso de la de Rajoy sin necesidad de viajar tanto en el tiempo. De la de Zapatero no hablo porque él sembró las semillas de esta locoide realidad de pensamiento único.

La Constitución y la unidad de España se la bufan a Pedro Sánchez. Al punto que podemos concluir que estamos ante un auténtico traidor. Con todo, lo peor no es que vulnere permanente y deliberadamente la legislación sino que esta conducta prevaricadora no le haya costado un solo rasguño legal. Los demás poderes, incluido ese legislativo que es una patética marioneta del Ejecutivo, no tocan un pelo a este autócrata que, con mucha prisa y ninguna pausa, está demoliendo esa separación de poderes inherente a cualquier democracia digna de tal nombre de la mano de etarras, golpistas catalanes y esos podemitas a sueldo de la narcodictadura venezolana.

La última jugarreta de este satánico presidente es otro acto delictivo: rebajar las penas por el delito de sedición, del máximo actual de 15 años a seis, es legalizar de facto el golpismo. Teniendo en cuenta que normalmente no se impone el castigo superior previsto en el Código Penal, perpetrar un golpe de Estado para finiquitar el orden establecido y echar al Gobierno legítimo saldrá prácticamente gratis. Dos años en el peor de los escenarios. Un chollo para cualquier tejerito, junquerita o puigdemoncito de la vida. No alberguen ninguna duda, pues, de que el 1-O se repetirá, vaya si se repetirá. A estos paletos con alma de dictadorzuelos se lo han puesto a huevo. Esta golfería se une a la ya consumada de otorgar el indulto a la gentuza que protagonizó el 23-F del siglo XXI en 2017. Y a ese tikitaka Generalitat de Cataluña-Moncloa para orinarse en un poder judicial que en sentencia firme dictaminó que el 25% de las clases se debe impartir en español. El conseller catalán de Educación, Josep González-Cambray, ya ha advertido chulescamente que no va a aplicar la resolución. Y ningún juez le ha imputado por desacato y prevaricación. El Ejecutivo de Sánchez ha salido al quite para amparar el fraude de ley del Gobierno catalán para incumplir el veredicto que acaba con la dictadura lingüística en las aulas. Todo muy vomitivo, como ven.

Todo sea por mantenerse en el machito, por seguir veraneando en la residencia real de La Mareta, por continuar fardando con los amigos en Doñana y por viajar cinco años más en Falcon. Tal vez habría que adjudicarle de manera vitalicia uno de estos jets al presidente. Sería lo mejor para España, para la democracia, para la legalidad y para esas regiones que, como Madrid, observan impotentes que el dinero de todos se marcha a aquellos lugares en los que la ley es papel mojado y en los que la balcanización avanza a velocidades supersónicas. Termino parafraseando a Rosa Díez: «Maldito seas, Pedro Sánchez».