Pedro Sánchez

Sedición y biología

La política es se disputa sobre un tablero de intereses, pero debe jugarse en campo reglado, al menos por la ética. El marco no admite el engaño. Ni a los votantes, ni a los seguirores, ni a los advesarios

Sedición, no seducción, querida, se-di-ción… que es otra cosa. Elvira le explica a su amiga Asun que, aunque la política es un ejercicio que tiene mucho de exhibición seductora, como de macho de ave de pluma colorista buscando la atención y el sí de la hembra, el asunto que ocupa al personal de las noticias y el análisis político va de delito por reducir, no de afecto por ganar.

Aunque bien mirado, se dice a sí misma Elvira, quizá un poco de eso vaya también. El gobierno afloja en el castigo de la sedición, que es el delito por el que penaron cárcel los del procés, abre la mano a que Junqueras vuelve a la política si se le quita de encima la inhabilitación, contenta así a Esquerra Republicana, y de esta forma los indepes le apoyan los presupuestos. Y sigue pedaleando.

Seducción por sedición, a ver si Asun no va a andar tan descaminada al confundirlas. Pero, ¿Ha seducido Sánchez a Esquerra o ha comprado su voto? ¿Ha obtenido su afecto o ha pagado sus servicios? La respuesta es evidente y la conclusión es que de seducir, nada.

La política es se disputa sobre un tablero de intereses, pero debe jugarse en campo reglado, al menos por la ética. El político debe seducir al votante, convencerle, hacerle creer que la suya es la mejor opción. El marco no admite el engaño. Ni a los votantes, ni a los seguidores, ni a los adversarios. Elvira sabe que Pedro Sánchez es un seductor, pero si uno se asoma a la lista de agraviados, del personal que se ha sentido engañado por el presidente desde que gobierna o incluso antes, no hay pergaminos para contenerla ni esquinas suficientes que doblar la larga cola. Si hasta los indepes, tan regados de concesiones y arrumacos, le afean alguna vez tomarles el pelo. Le sorprende que aún haya quien se meta en su tela de araña.

Y eso cree que le ha pasado a Feijóo.

La misma sedición que «sedujo» al independentismo para atornillar su voto, ha sacado al Partido Popular del acuerdo inminente sobre el Poder Judicial. Y con ello a Feijóo de una baza de hombre de estado que ahora le habría venido de perlas.

Le pregunta Asun a Elvira que si lo de rebajar el delito que llevó a la cárcel a los independentistas tiene sentido ahora, que probablemente no vayan a volver a hacer otra como la de octubre de 2017. Es posible, pero si rebajas el delito y le das carácter retroactivo, o sea, que afecta a los ya condenados, no les quitarás la cárcel, pero pondrás a Junqueras de nuevo en el lineal de ofertas políticas. Ah, claro…ese es el sentido, concede Asun. Pero, repregunta, ¿no podían haberlo hecho antes, en vez de indultarles? Habrían pasado la tormenta una vez, y ya está. ¿Por qué agitar de nuevo en vísperas de un año electoral tan importante como el que viene a sabiendas de que esto le resta votos al PSOE en otras autonomías? Elvira se piensa un rato la respuesta y especula: porque entonces pensaron que con el indulto se callarían los indepes. Pero son insaciables. Y les concedes el indulto, luego la mesa de diálogo sobre soberanía, luego la rebaja de la sedición y así, en un desfile sin fin de exigencias y concesiones, va Sánchez moviendo los platillos que le aseguran la permanencia biológica de su gobierno. Porque lo de Sánchez, remacha Elvira, es biología, supervivencia pura y dura, más que política. No seduce al adversario o busca su apoyo por el bien común, sino el propio.

Y lo del fracaso del acuerdo sobre la Justicia es la demostración palpable. Ha primado ese interés particular sobre el general de un acuerdo que acabe con la interinidad del Poder Judicial. Es más importante abrirle la puerta a Junqueras que arreglar la Justicia. Más urgente sacar adelante unos presupuestos que encontrar solución a crisis de Estado. Pero los presupuestos, objeta Asun, son el eje fundamental de la política, son importantísimos. Sí, responde Elvira, cuando están bien tirados y definen políticas claras. Éstos fríen a impuestos la economía y están hechos sobre cálculos que la realidad está cambiando a diario. Habría sido mejor que los pactaran con los adversarios, para tener una base más amplia, un acuerdo que encauzara mejor la crisis que viene.

Otra cosa es que Feijóo haya andado fino, que no mucho. Aunque está claro que Sánchez le ha tomado el pelo, quizá habría podido jugar su baza cerrando por fin el asunto pendiente de la Justicia, privando así de ese argumento nuclear a los socialistas y apareciendo como el líder que afronta y soluciona los problemas cuando llega el momento. Dice el PSOE que no se ha atrevido –«le temblaron las piernas» comentaba jocoso Sánchez a los periodistas en el avión de vuelta de Senegal… no, perdón, de Kenia– y quizá sea cierto. Es posible que le falte aún algo de recorrido para madurar políticamente, pero sigue siendo una alternativa. En fase aún de seducir, y podrá hacerlo.

Aunque tenga enfrente –o quizá por eso– a un seductor que va quemando sus cartuchos a base de comprar afectos y prolongar, por la vía de la biología política, su fecha de jubilación.