Opinión

Los Presupuestos de la sedición y la pelota vasca

Ante un ejercicio presupuestario rodeado de incógnitas, de inflación, aumento del paro, incluso de amenaza de recesión, Sánchez elabora unos presupuestos no pensando en que sean los adecuados para afrontar esos retos, sino en que le convengan a él, ante un crucial año electoral. Con elecciones a las puertas el próximo 28 de mayo en la mayoría de comunidades autónomas, ayuntamientos, diputaciones, cabildos y consejos insulares, y con obligadas elecciones generales a finales de año, Sánchez dispara el gasto público llevando la deuda del Estado a niveles desconocidos en nuestra historia, y lo hace precisamente cuando el BCE eleva los tipos para intentar contener la inflación restringiendo el consumo. A estos efectos, conviene recordar que para el ingreso en el euro a los estados se les exigían unos índices macroeconómicos muy estrictos en déficit presupuestario, inflación y deuda. En concreto, para esta última se exigía no superase el 60% del PIB, y ahora prácticamente la duplicamos, con lo que sobran argumentos. Por lo demás, ningún organismo oficial independiente con competencia en la materia avala este proyecto como realista y adecuado para hacer frente a la crisis en la que nos encontramos sumidos: desde la AIReF, hasta el Banco de España, pasando por el Instituto de Estudios Económicos, entre muchos otros. ¿En qué manos nos encontramos en una tesitura tan compleja como la actual? El jueves se vio en el Congreso, mientras Sánchez dudaba si estaba en Senegal o Kenya o camino de Sudáfrica. Su horizonte y proyecto político comienza y termina en él como persona física y no como presidente del Gobierno pensando en el bien de España. Tras el 28 de mayo, el siguiente semestre es el de la presidencia española «pro tempore» en la UE, y ese es su escenario vital ejerciendo como presidente de Europa y de la Internacional socialista. Llegar a esa fecha exige tener como cooperadores necesarios a sus aliados ERC, Bildu y PNV, y esa es su absoluta prioridad. El precio ya lo vamos conociendo –alguno por un providencial despiste de la ministra de Hacienda defendiendo desde la tribuna del Congreso los presupuestos a cambio de facilitar la sedición a ERC–, mientras a los vascos nacionalistas se les promete un buen cupo y selecciones internacionales para sus especialidades deportivas. A Bildu, ya sabemos: los presos etarras a casa cuanto antes. Nadie pensará que unas cuentas públicas del Estado saneadas les preocupan excesivamente a ellos: con un cupo a la medida, que se apañen los españoles, y «nosotros a lo nuestro», pensarán. Y así está España con el sanchismo.