Historia

Del Caribe al Canal de La Mancha

El Museo Naval cumple con creces sus funciones y cuando se visita se da uno cuenta de su incalculable valor

España posee una joya única en el mundo que debería ser conocida y visitada por todo aquel interesado en la historia de la navegación, de la Armada española y, en general, en nuestra historia. Me refiero al Museo Naval, ubicado en el madrileño Paseo Del Prado, muy cerca de la Plaza de Cibeles. Es muy difícil encontrar en el mundo un museo naval parecido al nuestro que, a pesar de su limitado espacio, expone con apreciable esmero y evidente pulcritud una colección de piezas navales históricas difícilmente igualables en cantidad y calidad.

El Museo es la expresión gráfica de la historia naval de España y parte esencial de nuestro acervo cultural. Es historia y cultura en estado puro. Emociona ver (prohibido tocar por más que a uno se le vayan las manos) cuadros, uniformes, planos, cartas náuticas, documentos, piezas y maquetas históricas como si se hubieran pintado, elaborado o fabricado hoy. No cabe la menor duda de la importancia cultural e histórica de los museos en una sociedad moderna y desarrollada, que expone con rigor su cultura e historia y que, en el caso de la Nación española, es vasta la una y amplía la otra.

El Museo Naval cumple con creces sus funciones y cuando se visita se da uno cuenta del incalculable valor, sobre todo cultural e histórico, del mismo. Es objeto del Museo todo lo relacionado con la construcción y armas navales, la cartografía, la arqueología subacuática, las bellas artes, los instrumentos científicos náuticos, la simbología y uniformidad, la etnología y la documentología naval. Entre las piezas de incalculable valor se encuentran desde una colección de porcelana de la dinastía Ming (año 1600), el compendio astronómico de Felipe II, el montante de Don Juan de Austria o la Carta de navegación de Juan de la Cosa, la primera en el mundo en incluir América.

Además de las exposiciones permanentes, el Museo Naval celebra también exposiciones temporales, como la que se está desarrollando actualmente: «Del Caribe al Canal de la Mancha. La Armada española en la Independencia Americana». Como sugiere su título, versa sobre el poco conocido origen hispano de gran parte de lo que hoy son los EEUU, que es casi todo, menos las Trece Colonias, a las que España ayudó en su independencia de Inglaterra.

De hecho, la ciudad más antigua de los EEUU fue obra de Menéndez de Avilés, quien fundó el fuerte, y luego ciudad, de «San Agustín de la Florida» el 8 de septiembre de 1565. Muchos estados de EEUU conservan su primigenio nombre hispano: California, Colorado, Florida, Montana, Nevada, Nuevo México, Tejas, o incluso Arizona (Árida zona) son nombres inequívocamente españoles.

Lo mismo ocurre con las ciudades como San Francisco (California), Los Ángeles (California), San Antonio (Tejas), Pensacola (Florida) o San Agustín (Florida), todas con topónimos españoles. También abundan en la geografía estadounidense nombres de ciudades españolas: Madrid, Córdoba, Granada, Sevilla, Salamanca, Valencia, León, Laredo, Durango, Coruña, Cádiz, Ebro, Navarra, etc…

La exposición temporal del Museo Naval muestra un recorrido desde los comienzos de nuestra historia común, que generó la actual y presente herencia hispana de EEUU, que es tan amplía como desconocida para el gran público. No en vano, España y los Estados Unidos comparten trescientos años en común, en un territorio desde el Este en La Florida hasta el Oeste de California, incluyendo Alaska. Como curiosidad, para la defensa de nuestras fronteras terrestres en los actuales EEUU, se crearon los Dragones de Cuera (unidades de Caballería que combatían tanto a pie como a caballo), cuyo aspecto y uniformidad nos pueden resultar tremendamente reconocibles.

De las primeras exploraciones del territorio que hoy son los Estados Unidos se conservan los documentos, cartas y planos que constituyen el esplendido fondo documental del Museo Naval, en donde constan aspectos de la vida y costumbres de los nativos, su geografía, su flora y su fauna. La Monarquía Hispánica necesitaba para el dominio de tan vastas tierras una Armada, que llegó a ser la más poderosa de su tiempo. Lógicamente era necesario disponer de las técnicas navales más avanzadas. Competir con Inglaterra y Francia, las otras dos grandes armadas de ese tiempo, así lo exigían.

El apoyo de España a las Trece Colonias fue consecuencia de la petición de auxilio que George Washington hizo a Francia y a España frente al enemigo común, Inglaterra. España aceptó, pretendiendo con ello recuperar, entre otros territorios, Menorca y Gibraltar, en manos inglesas desde principios del S XVIII. El teatro de operaciones fue muy extenso, desde el Caribe al Canal de la Mancha, donde la escuadra del almirante Luis de Cordova y José de Mazarredo coadyuvó a Bernardo de Gálvez en la toma de Pensacola contribuyendo así a la victoria de las Trece Colonias. Se recuperó Menorca, pero Gibraltar tiene que esperar. Nada es eterno.