Irene Montero

La acumulación de polémicas

«La sobreactuación de Montero es pura propaganda. Es evidente que no asumirá ninguna responsabilidad por el desastre de la “ley del sólo sí es sí”»

No hay nada que pueda resultar más útil para la estrategia de La Moncloa que la acumulación de polémicas y más si se concentran en su detestado socio de coalición. Ese exceso de ruido mediático impide concentrar la atención. El resultado acaba siendo favorable para los intereses de Sánchez, que no tiene ningún interés en que se hable de la sedición, la malversación o las cesiones a los herederos de ETA. Es decir, la atención se concentra en el victimismo de Irene Montero. La izquierda mediática, siempre dispuesta a salir al rescate de los suyos, amplifica el ataque de Carla Toscano, la diputada de Vox. No pueden llamarla machista, pero se han inventado el término violencia política, algo que han hecho siempre los dirigentes de Podemos, y aplauden que la ministra de Igualdad llamará fascistas a las diputadas y los diputados de Vox. Han conseguido convertir este término en una descalificación que no necesita ninguna justificación. Por supuesto, son tan ignorantes que no saben qué es el fascismo. Es lo mismo que sucede cuando se critica algo que haya dicho o hecho alguna podemita y la respuesta es sufrir una acusación de machista. Es una técnica clásica para amedrentar al rival.

Hay términos repugnantes como comunismo, fascismo o nazismo. La diferencia es que muchos periodistas, artistas, presentadores y productores, por lo menos de una cierta edad, eran comunistas. Por ello, mantienen simpatía por esa ideología totalitaria, aunque ahora sean sanchistas. Los que confraternizan con Podemos siguen siendo comunistas o antisistema, aunque gocen de buenas remuneraciones o ingresos millonarios. Iglesias y sus seguidoras, como me gusta recordarlo, son comunistas y han practicado siempre la violencia política. La sobreactuación de Montero es pura propaganda. Es evidente que no asumirá ninguna responsabilidad por el desastre de la «ley del sólo sí es sí». No tiene ningún interés en limitarse a ser diputada, ya que resulta muy gratificante disfrutar de las sinecuras del cargo ministerial. A Sánchez le conviene la extinción de Podemos, o que acabe en la marginalidad, para que sea Yolanda Díaz la que emerja como aglutinadora de ese espacio. Al final, todo se reduce a una batalla por la supervivencia económica de unos y la continuidad de Sánchez en La Moncloa.

Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).