Historia

Ignorando economía, graves errores históricos

El partido socialista intentó, apasionadamente, imitar el modelo marxista que había nacido en Rusia con Lenin y cristalizado por Stalin, quienes pasaron a orientar pintorescamente a Largo Caballero

Me ha llamado la atención que el reciente libro biográfico escrito por Alejandro Quiroga Fernández de Soto, Miguel Primo de Rivera. Dictadura, populismo y nación, (Crítica, Barcelona, 2022), prácticamente ignora aspectos fundamentales de la política económica y del ambiente económico existentes en España, de 1923 a 1930. Y mi crítica la voy a desarrollar comentando el caso, radicalmente opuesto, de Luis Peral Guerra, en Política económica de la II República. España en la Gran Depresión internacional (ACNP, Madrid 2022), donde vemos todo lo contrario, abarcando lo sucedido en la economía española, desde 1919 hasta 1931; aquí, se muestra la verdad. Verdad clarísima para todo investigador que quiera comprender las crisis sucesivas del llamado modelo castizo, el existente desde 1875 a 1959, seguido hasta 1930 por la Dictadura de Primo de Rivera y, desde 1931 hasta 1936, por la II República, y continuado hasta 1959, con el Plan de Estabilización. Contemplamos un conocimiento riguroso, debido al manejo adecuado de lo ocurrido desde 1919, acerca de aquella crisis económica colosal expuesta agudamente por Keynes, sobre todo porque tras la I Guerra Mundial, apareció el choque de las reparaciones de Alemania, culminando una crisis económica iniciada en 1919. Naturalmente, España, aunque no intervino militarmente en ese conflicto, sí lo hizo comercialmente, provocando que, cuando Alba intentó resolverlo, al observar el caos económico en el que se movía España, vio a un amplio número de políticos echando abajo su intento, aumentando el caos, ya que habíamos entrado en Guerra, en Marruecos.

No se entiende la marcha de nuestra economía, sin tener en cuenta que Primo de Rivera, gracias al desembarco en Alhucemas, liquidó ese conflicto y con ello, alivió extraordinariamente la situación presupuestaria española. Desde entonces, ésta fue muy ortodoxa pero, generadora de posibilidades de desarrollo importantes, gracias, sobre todo, a un impulso de la expansión a través de los regadíos, por la ventaja española derivada de sus productos agrícolas de exportación. Esta situación complementaria del orden fiscal, se llevó adelante por el Gobierno de Primo de Rivera, aliviado –en el lado jurídico, muy inteligentemente– por Calvo Sotelo y, simultáneamente, en el económico, gracias al asesoramiento de Flores de Lemus.

No ayudaron a la expansión de la económica una cierta colaboración con dirigentes socialistas, ni, sobre todo, la decisión –fundamentalmente en Barcelona y en otras zonas urbanas e industriales–, del anarcosindicalismo, que fue casi totalmente frenado por Primo de Rivera, lo que explica mucho del desarrollo posterior, expuesto en el análisis del profesor Peral Guerra, hasta 1930. Estas aportaciones enseñan la clara etapa de crecimiento en la etapa de don Miguel.

La caída de la Dictadura, evidentemente impulsada, también, por Alfonso XIII, por coincidir con la llamada Gran Depresión de 1930 y el hundimiento mundial, hizo que éste se trasladase a España. Lo expone perfectamente el profesor Peral, subrayando las consecuencias de erróneas visiones sobre el problema del tipo de cambio de la peseta, cuestión que, tras la Dictadura, generó una serie sucesiva de intentos ministeriales en Hacienda, con un desconocimiento de lo adecuado. Esto se asumió por el nuevo régimen republicano.

Desde 1931 se iniciaron planteamientos equivocadísimos que pasaron a rectificarse a partir de 1933, gracias al triunfo electoral de un conjunto aliado de partidos políticos denominados de centro y derecha; sus ministros de Hacienda buscaron llevar adelante una política económica ortodoxa –no olvidemos los asesoramientos de Flores de Lemus, Bernis, Olariaga, Fernández Baños y Bernácer– y en ese sentido, evidencia el profesor Peral Guerra esta historia de forma perfecta, como buen experto en economía que es, comprendiendo esa realidad, la cual, a pesar de traumas como el generado por la Revolución de octubre de 1934, comparada con la del mundo occidental –incluyendo naturalmente a los EEUU–, pasaba a ser muy favorable.

Todo se hundió por una doble combinación: el partido socialista intentó, apasionadamente, imitar el modelo marxista que había nacido en Rusia con Lenin y cristalizado por Stalin, quienes pasaron a orientar pintorescamente a Largo Caballero. Y, a pesar de que la política ortodoxa del centro y las derechas –gracias a su victoria electoral–, podía permanecer legislando hasta 1937, el presidente de la República, amparado en la Constitución, obligó a convocar las elecciones de febrero de 1936, en las que triunfó el Frente Popular, creando una situación revolucionaria que hundió la economía, ante el asombro de Alcalá Zamora. Se vio que éste no entendía nada de lo ocurrido en las economías mundial y española, obsesionado por planteamientos políticos inmediatos. De ahí que, en 1937, en vez de tener España una economía con buenas perspectivas, la contempló hundida por la Guerra Civil.

Si Alcalá Zamora hubiese seguido, sencillamente, desde 1931, las orientaciones de economistas serios, no hubiera provocado, precisamente él, como muestra el profesor Peral Guerra, un hundimiento económico ampliado hasta 1939.

Juan Velarde Fuertes es catedrático y economista.