Guerra en Ucrania

La escalada armamentista

El inquilino del Kremlin es muy peligroso. No se puede permitir que los ucranianos le derroten gracias a la ayuda de los aliados

El mundo vive una peligrosa escalada armamentista. Es posible que una paz duradera no sea posible y que el ser humano tenga una tendencia irrefrenable a la guerra. Es cierto que una gran capacidad de respuesta militar produce un efecto disuasorio, como se pudo comprobar con la amenaza nuclear durante la Guerra Fría. El riesgo de un Armagedón se convirtió en una opción real tras el lanzamiento de las bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki. Por supuesto, desde entonces se han producido incontables conflictos regionales, pero, afortunadamente, el miedo a la catástrofe final ha impedido su extensión. Concluimos el año sumidos en la incertidumbre por el peligroso foco de desestabilización provocado por la invasión rusa de Ucrania. Hay un cierto optimismo, que no comparto, aunque me gustaría equivocarme, con la evolución del conflicto que ha provocado decenas de miles de muertos y heridos, así como una destrucción brutal del territorio ucraniano. Estados Unidos lleva gastados cien mil millones de dólares, pero nadie es capaz de evaluar el coste final. La guerra ha provocado una crisis inflacionaria que no se ha agravado gracias al colosal endeudamiento que están asumiendo los países de la UE.

Es fundamental contar con ejércitos preparados que tengan una importante capacidad de combate, que pasa por disponer de los materiales más avanzados tecnológicamente. Ucrania se ha convertido en el terreno de pruebas perfecto, desgraciadamente, para la industria armamentística que, como siempre, es la gran beneficiaria del conflicto. Estados Unidos está consiguiendo enormes recursos para su complejo militar y su industria energética a la vez que contiene y debilita a su enemigo ruso. Es una guerra en la que se limita a pagar e ingresar, sin que sus tropas tengan una participación directa. A Putin no le tiembla la mano a la hora de incrementar el despliegue militar y conducir el conflicto hasta sus últimas consecuencias. Antes de la Primera y la Segunda Guerra Mundial también se vivió una espectacular escalada armamentista. Por eso, el escenario es tan inestable, aunque las democracias creamos que Rusia será derrotada. El inquilino del Kremlin es muy peligroso. No se puede permitir que los ucranianos le derroten gracias a la ayuda de los aliados. A estas alturas, la crisis económica es el aspecto menos preocupante del frágil escenario internacional.

Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).