Internacional

El último funeral en Imber

«Evacuado durante la Segunda Guerra Mundial, el gran deseo de Ray Nash era ser enterrado en su pueblo natal»

Si se busca Imber, en el sureste de Inglaterra, solo hay verdes prados a su alrededor y las pocas construcciones que quedan en pie están vacías. Imber es una de las localidades que fueron evacuadas en 1943 por la entonces Oficina de Guerra británica durante la Segunda Guerra Mundial para dar paso a las maniobras de las tropas aliadas para el “Día D”. Tras el fin del conflicto, sus vecinos no pudieron volver y ahora forma parte del Área de Entrenamiento de la Llanura de Salisbury del Ejército. Es conocido como “un pueblo fantasma”.

Allí nació Ray Nash, quien ha fallecido recientemente a sus 87 años. Su gran deseo era ser enterrado junto a su padre, en el camposanto de su otrora localidad. Por lo que su familia ha hecho todo lo posible para que Ray descanse allí. Su hijo, Kelvin Nash, concejal de Wiltshire, me cuenta que el luto está siendo “bastante inusual” por el esfuerzo extra que supone cumplir con su voluntad. Eso sí, gracias a un “custodio” de la iglesia, un voluntario que lleva 17 años encargándose del mantenimiento de los edificios y del cementerio y tiene enlace directo con los militares, “ha sido todo un poco más fácil de lo que esperaba y Neil Skelton ha sido capaz de organizar todo lo que hemos necesitado en el lado castrense”. Y es que el lugar donde su progenitor desea ser sepultado es “una pequeña isla” en medio de este enorme campo de tiro.

Kelvin destaca que “toda la Llanura de Salisbury es un verdadero santuario de vida silvestre al no haber seres humanos, que tendemos a estropear las cosas. Es una zona muy importante”. Kelvin fue allí para asegurarse de ciertos aspectos con el sepulturero como que la tumba fuera lo suficientemente profunda. “Eran las 7:30 am, justo cuando salía el sol, hacía 6º bajo cero. Pero era todo tan sereno. Había quietud, tranquilidad, probablemente no había ningún otro ser humano en millas y millas alrededor”.

Calcula que es posible y probable -en 1931 solo había 152 personas censadas y para ser enterrado hay que ser capaz de probar que hayas vivido en el pueblo- que el de Ray sea el último funeral en Imber.

El padre de Ray murió cuando él tenía un año, ese padre al que nunca conoció es con quien quiere pasar su otra vida. “Es algo de lo que él siempre ha hablado desde que tengo memoria. No es un deseo reciente ni nada por el estilo. Era hijo único. Mi abuela no se volvió a casar. Eran solo ellos dos. Por lo que su corazón y sus raíces estaban en Imber. Y porque era importante para él, es, por lo tanto, importante para nosotros que podamos hacer esto por él”. Alrededor de cien personas asistirán a este funeral tan especial.