Pedro Sánchez
Warren, progresista internacional
Fue muy comentado su ridículo narcisismo al proclamar que la exhumación de Franco es «una de las cosas por las que pasaré a la historia», pero hubo mucho más
Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, como acaba de ratificar en Davos, utilizará este año todos sus trucos propagandísticos, no solo para neutralizar el previsible sopapo que las trabajadoras le propinarán en las elecciones, sino para impulsarse como joya progresista de España y del mundo entero.
Dirá usted: no se atreverá. Pero Warren siempre se atreve. Lo vimos tras su proclamación como presidente de la Internacional Socialista. Fue muy comentado su ridículo narcisismo al proclamar que la exhumación de Franco es «una de las cosas por las que pasaré a la historia», pero hubo mucho más.
Exigió a los empresarios subidas salariales, como si fuera una cuestión de reclamar, y no de abrir la economía y reducir trabas y costes para aumentar la productividad. Warren, al contrario, apoyó el proteccionismo con el viejo truco de los «estándares mínimos» y el «comercio justo». No dijo ni una palabra sobre cómo repercutirá eso sobre las trabajadoras, reduciendo sus salarios reales. De hecho, no dijo absolutamente nada sobre las consecuencias negativas de sus medidas: todo va a ser gratis, subirán los salarios y las pensiones, bajarán las hipotecas, y lo único que habrá que hacer es «reclamar solidaridad a las grandes eléctricas, a las fortunas y a los bancos». Como si no les hubiera subido los impuestos a las trabajadoras, y como si perseguir a los ricos y a las empresas no tuviera consecuencias negativas más allá de empobrecer a un minúsculo puñado de opulentos.
No hubo tópico que no gastara. Despotricó contra el capitalismo depredador y el neoliberalismo insolidario. Es más pacifista y más feminista que nadie, por no hablar del ecologismo, sobre el que se vino arriba hablando de «poner pie en pared» y arremetiendo contra los «negacionistas» que osan plantear dudas razonables sobre la «emergencia climática» y los costes que imponen los progresistas que contra ella luchan con su dinero de usted, señora. Warren habló de «justicia climática», nada menos, pero de costes, nada.
Meloso como siempre, afirmó: «La economía debe estar al servicio de la gente y no al revés». Y diagnosticó sobre la languideciente Internacional Socialista, que ahora preside: «Estamos más vivos que nunca». Esto solo será verdad si usted, señora, se une a quienes fantasean con que estos chamanes pueden fortalecer el Estado sin debilitarla a usted.
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