Big data
El abuso de los dispositivos digitales perjudica el rendimiento escolar
El 64% de los jóvenes entre 16 y 17 años presenta dificultades para conciliar el sueño por el uso de pantallas
Siete Comunidades Autónomas cuestionan ya el uso de pantallas digitales en las aulas, y es que el informe PISA es demoledor para la educación pública española, bajo mínimos en comprensión lectora, expresión escrita y lenguaje oral. También en operaciones matemáticas, todo ello tras abandonar el cuaderno y el lápiz y pasarnos a la electrónica.
Otro factor que contribuye a este fracaso es la preparación de los maestros, de los más bajos de la historia de España. Muchos de ellos con serios déficits en gramática y aritmética. Con poca vocación de docente y mayoritariamente buscando un refugio laboral sin mayores pretensiones que asegurarse un sueldo mensual y «tener más vacaciones que un maestro». Nada más lejos de la calidad y cualidad de los maestros de vocación.
Los malos maestros son los más interesados en mantener las tabletas, pues los descarga del tedioso trabajo en el horario lectivo que supone educar y enseñar. Todo esto cambiaría si los maestros tuviesen un salario mucho más reducido y lo complementaran con remuneraciones e incentivos por elevar el nivel de sus alumnos en pruebas periódicas realizadas por tribunales imparciales y ajenos al centro escolar.
También que los padres asumieran responsabilidades en la educación de sus hijos y no las delegaran absolutamente en los maestros, muchos de ellos con limitados conocimientos y preparación. La mayoría, ajenos al compromiso de la enseñanza y más pendientes de la hora de salida.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) pide insistentemente a los gobiernos inversiones para la formación de los maestros. Aconsejando en España, además, un cambio en el modelo educativo. El cual cada vez está más lejos, pues los recursos que necesitan la educación y la sanidad van a pensiones, las que más crecen en la Unión Europea al ligarlas al IPC y al pago de los intereses de la descomunal deuda pública. Y aún se va a resentir más por la prioridad del rearme para afrontar la amenaza oriental y la meridional.
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha publicado en enero de 2025 las conclusiones de una encuesta de ámbito nacional realizada a 506 jóvenes de 16 a 17 años. Las conclusiones nos deben poner en guardia por los efectos negativos de las pantallas, como que el 64 por ciento afirma tener problemas para dormir, otro 58 por ciento experimenta cambios de ánimo, un 47 por ciento padece ansiedad, otro 46 por ciento ira, un 37 por ciento aislamiento social; un 22 por ciento baja de notas escolares y un 13 por ciento sufre cyberbullying.
Esto último contrasta de forma elocuente con las recomendaciones generales de los expertos para «el tiempo en pantalla» (término usado para actividades realizadas frente a una pantalla, como ver televisión, trabajar en una computadora o jugar con videojuegos) de los menores, que recomiendan para los niños de hasta dos años, ninguna hora al día; de 2 a 4 años, una hora diaria, y para los niños y adolescentes de entre 5 y 17 años, un máximo de 2 horas diarias. Por otra parte, la Asociación Española de Pediatría (AEP), en su guía de recomendaciones adaptada a las necesidades de cada familia y a la edad de los menores para aprender a utilizar las tecnologías de forma positiva y disminuir los riesgos que conlleva su uso inadecuado, aconseja cero pantallas hasta los 6 años y solo una hora al día entre los 6 y los 12 años. Además, corrobora que el uso excesivo de pantallas perjudica áreas como el sueño, el riesgo cardiovascular, el volumen cerebral o la alimentación, entre otros.
Un referente internacional que actúa como barómetro de la calidad de los sistemas educativos es el Informe PISA (Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes), que tiene como población objetivo a alumnos de 15 años. Los datos de España indican una mejoría hasta 2015, y en el informe de 2020 (en 2019 no lo hubo por la pandemia por covid), España ya da muestras de pérdida de calidad, confirmada también en el más reciente de 2022. La media de países de la OCDE inició la caída mucho antes que España, situándose en la actualidad a la par. En cuanto a comprensión lectora, España iba ganando posiciones hasta 2015, año en el que incluso superó a la media de la OCDE, pero los informes de los años 2019 y 2022 fueron nefastos, cayendo estrepitosamente.