Opinión

La actual Europa, ¿un gran mercado sin alma?

Esta UE que no es capaz de fijar una fecha y horario común entre los 27 Estados que la conforman para las elecciones a su Parlamento

Esta UE que no es capaz de fijar una fecha y horario común entre los 27 Estados que la conforman para las elecciones a su Parlamento, obligaba a tener que esperar hasta las 11 de la noche de ayer para poder escribir sobre los resultados electorales con el debido conocimiento de causa, así que optamos por dejar ese análisis para mañana y los días subsiguientes, haciendo hoy algunas consideraciones no sometidas a esa limitación horaria sobre la actual Europa. Lo primero que cabe decir es que la UE no son (todavía) los «Estados Unidos europeos», ni federales, ni confederales, aunque el globalismo apunta claramente en esa dirección, por lo que es preciso no confundir este Parlamento con sede en Bruselas y Estrasburgo, con las Cortes Generales de España con su potestad legislativa sometida al Consejo Europeo donde los Jefes de Estado o de gobierno tienen la última palabra. Lo mismo le sucede a la Comisión que hasta ahora ha presidido la amiga de Sánchez, la alemana Ursula von der Layen, que encarna la coalición entre los conservadores y los socialistas, gobernante en Bruselas. Otro dato a tener presente es que el socialismo está en declive en Europa, mientras lo que Sánchez califica como «ultraderecha» está en claro ascenso con Giorgia Meloni en Italia, Viktor Orban en Hungría, con el gobierno de los Países Bajos, entre otros, y con Marine Le Pen en Francia a la expectativa. Pero más allá de contingencias electorales partidistas, lo que subyace es el debate por la progresiva dilución de la identidad histórica de los «estados-nación» y de las raíces cristianas de la otrora Cristiandad, y que convertiría a Europa en un mero cuerpo sin alma. Tan carente de espíritu, que hasta su seguridad depende del gran hermano ultramarino como sucedió durante las dos guerras mundiales del pasado siglo. Pese a su historia, su cultura, su población, y su PIB, lo cierto es que, como se ha recordado estos días, sin los EE UU no hubiese existido desembarco de Normandía. Ni día D, ni todo el abecedario, lo que habría significado que la actual UE, no existiría sino el Cuarto o el Quinto Reich alemán en su lugar. Convertir Europa en un simple mercado de 450 millones de clientes, es tan atractivo para las élites globalistas como lamentable final de un Continente admirado entre las naciones y sin «contenido» ni alma en la actualidad. Ese es el debate de fondo, con los Estados-nación, sus DD. HH. y la inmigración del «gran reemplazo» como elementos centrales del mismo. Mañana veremos una primera respuesta a este debate.