Sin Perdón
El agónico final del sanchismo
«Puigdemont aclaró la situación en su comparecencia: “Podrán ocupar poltronas, pero no podrán gobernar”»
El negarse a aceptar la realidad no hace que desaparezca. La legislatura está agotada, aunque Sánchez pretenda seguir como si nada. Lo normal sería la convocatoria de unas elecciones anticipadas, como hizo Felipe González en 1995. No tenía ningún sentido continuar sin contar con una mayoría estable en el Congreso de los Diputados y, tras la derrota en las elecciones de 1996, ni siquiera intentó formar gobierno. En cambio, las convicciones democráticas de Sánchez son más bien endebles y la situación se ha vuelto tan grotesca que sus portavoces han pedido a Junts mantener un «canal de diálogo» a pesar de la ruptura. Esta actitud mendicante muestra su desesperación. Una vez más hay que volver a la realidad. La ejecutiva de Junts ha decidido por unanimidad romper con el PSOE por los incumplimientos. Puigdemont ha comprobado, por fin, que Sánchez es un mentiroso compulsivo. Es algo que está en su naturaleza. Le ha engañado siempre prometiéndole cosas que no podía cumplir. Lo ha querido convertir en su rehén con la decisiva ayuda del fiel sanchista Conde-Pumpido. Era un error esperar que el presidente del Gobierno fuera leal a sus compromisos.
La unanimidad en la ruptura es un dato muy interesante, porque muestra que hasta aquellos que eran más favorables a la alianza con el PSOE han acabado por desengañarse. Puigdemont aclaró la situación en su comparecencia: «Podrán ocupar poltronas, pero no podrán gobernar». Es cierto que Moncloa y su aparato mediático intentan minimizar el desastre, porque es evidente que no se puede gobernar sin una mayoría parlamentaria que le dé soporte. Al final, la gente percibirá que lo único que le interesa a Sánchez y sus aliados son las poltronas, los sueldos y los coches oficiales. Es una imagen demoledora que les deteriora. Ni siquiera el NO-DO de RTVE y su corte de corifeos del sanchismo podrán esconder la verdad. No sé si Sánchez dará la orden de atacar a lo bestia, como hace con el PP, a Puigdemont y su partido, aunque no lo descarto en este periodo agónico de este sanchismo crepuscular. Los proyectos de ley de ingeniería social, como los destinados a controlar la Justicia o amordazar a los medios de comunicación, acabarán en la papelera. A pesar de ello, Sánchez quiere seguir en La Moncloa.
Francisco Marhuenda. De la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)