Biblioteca Harley-Davidson

Amenidad

Nuestros líderes políticos deberían darse cuenta de que, tal como se está poniendo la inflación, la presión fiscal y la competencia comercial, ellos son unos privilegiados

Mientras el gobierno sigue discurriendo maneras cada vez más ingeniosas de humillar a la población, la vida política continúa y nos esperan ahora tres campañas electorales. En nuestro país, actualmente, tres campañas seguidas significan que nos aguarda una pandemia de histeria por parte de los políticos. El único refugio será optar por la vida contemplativa.

Nuestros líderes políticos deberían darse cuenta de que, tal como se está poniendo la inflación, la presión fiscal y la competencia comercial, ellos son unos privilegiados. Todas esas fluctuaciones que convierten nuestra vida en un puro sobresalto, no les afectan a ellos de la misma manera. Debido a eso pedimos a nuestros próceres que cuando tengan que hacer cualquier tipo de pronunciamiento público no pierdan de vista, por una simple cuestión de cortesía, que ellos tienen el sueldo suficientemente asegurado durante una legislatura como para saber que serán atendidos con respeto. Los pobres también podemos hacer pronunciamientos públicos siempre que queramos, pero conocemos por experiencia que no seremos escuchados con tanta atención. Y, si no nos queda más remedio que soportar aquellos que hacen los bien posicionados mediáticamente, tenemos el derecho de pensar que tendrán cosas mejores y más constructivas que hacer con su tiempo.

Así que, por favor, asegúrense de tener una buena razón para hacer sus proclamas y, sobre todo, de intentar ser amenos en lo que nos cuentan, evitando esos lugares comunes que a todos nos tienen ya tan fatigados. En caso contrario, me temo que los votantes empezaremos a plantearnos huir a las montañas, lejos de cualquier mitin o espacio institucional de propaganda electoral.

En el año 300 en el desierto de Tebaida habitaban siete mil ermitaños, todos ellos aislados. Y, en los alrededores de Alejandría, otros cinco mil. De seguir así, ese furor eremita puede reproducirse cualquier día en nuestro país, si los políticos no mejoran su amenidad. Aunque, bien mirado, quizá plantearnos un éxodo como ese solucionara lo de la España vaciada.