El canto del cuco
Aquí no pasa nada
El poder es suyo, le pertenece, y no piensa soltarlo. Nunca le ha importado el pueblo, al que contempla como un hormiguero desde el Falcon
Al presidente Sánchez le resbala lo de Galicia. Él sigue. He aquí las cuentas que se hace: Ha fallado el candidato socialista por su inexperiencia; pero el bloque de izquierdas, que es lo que importa, no ha quedado mal. La culpa de todo la tiene Feijóo que agita la calle con la amnistía y a la vez confiesa a puerta cerrada que no descarta indultar a Puigdemont. Aparenta moderación y se alía con Vox en Comunidades y Ayuntamientos. Y encima le votan. Aún sigue pendiente la renovación del Consejo del Poder Judicial, ejemplo de incumplimiento constitucional. El éxito del BNG demuestra que lo de la amnistía no ha influido en el resultado de Galicia. Por supuesto, digan lo que digan los fiscales del Supremo y el juez García-Castellón, en las revueltas de Cataluña no hubo terrorismo. Eso mismo piensa la Justicia suiza. Así que no hay que darle más vueltas. Habrá amnistía y el bloque de la investidura aprobará los presupuestos. Con eso hay carrete hasta 2027. ¡No nos moverán!
Como respiro y distracción, piensa el inquilino de La Moncloa, están a la vista las elecciones vascas y catalanas, en las que el PP de Feijóo no se va a comer una rosca. En las periferias nacionalistas el político gallego va a morder el polvo. Bastante hará con salvar los muebles, pero perderá la aureola de triunfador. Así que sólo falta capear el temporal de las europeas, que se presentan complicadas, explotando en la campaña la amenaza de la extrema derecha, aliada del Partido Popular, aunque ahora el PP y Vox se lleven como el perro y el gato, y poniendo, en la noche del recuento, al mal tiempo buena cara. Cualquier cosa menos tirar la toalla. Eso nunca. Él está convencido de que, gane o pierda las elecciones -¡qué más da!-, el poder es suyo, le pertenece, y no piensa soltarlo. Nunca le ha importado el pueblo, al que contempla como un hormiguero desde el Falcon.
Con los tractores de los labradores en la Puerta de Alcalá, él se va a rendir pleitesía al rey de Marruecos, con el que tiene importantes cuentas pendientes. A la vuelta le estalla en la cara el «caso Koldo», el gran escándalo de las mascarillas, - ¡la venganza de Ayuso!- , con amplias ramificaciones de corrupción en su Gobierno; de paso le reprueban por activa y por pasiva al ministro del Interior, y los separatistas catalanes, en plena negociación de la amnistía, presentan una moción para volver a las andadas: a la declaración unilateral de independencia. Pero aquí no pasa nada.
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