Parresía
El beso
Si el agresor indudable se llama Vladimir Putin, ¿qué hay detrás de este giro de guion y del apoyo férreo de Trump al presidente ruso? ¿Acaso Trump le debe algo que desconocemos?
¿Quién iba a decirle a Luis Rubiales que, en solo seis segundos, iba a cambiarle la vida por culpa del famoso beso no consentido a la futbolista Jenni Hermoso? Y viceversa, claro, porque ella fue quien lo sufrió. Pues ahí lo lleva Rubiales, que tomen nota otros: unos 10.800 euros tiene que pagarle a Hermoso por un delito de agresión sexual. Reconfortante que se castigue su conducta, a ver si sirve para que ciertos comportamientos machistas desaparezcan del costumbrismo colectivo.
Me estoy acordando también de esos otros políticos de la izquierda «woke» que, hace solo unos cuantos años, eran lo más feminista de este país –de cara a la galería– y ahora, tras ser denunciados por agresión sexual, caen al precipicio del descrédito. Detrás de los casos Errejón y Monedero habrá o no habrá verdad –de entrada, se han puesto denuncias–, pero también existe una pugna interna entre Sumar y Podemos, que beneficia al PSOE.
Por aquí, tenemos a VOX hecho un lío de incongruencias: en Valencia, no quieren que dimita Carlos Mazón pero, al mismo tiempo, vetan los planes de su vicepresidente, Gan Pampols. Y si se trata de opinar sobre Trump, VOX le defiende (no importa cuándo leas esto) y acusa a PP y PSOE de darle los medios a Putin para su guerra.
Las últimas decisiones de Donald Trump están poniéndole en el sitio que, por justicia, le corresponde en la Historia. Aquellos que le recibían con ilusión hace un mes retroceden, desconcertados, al comprobar que miente sin pudor cuando, en sus intervenciones últimas, respalda a Putin y acusa a Ucrania de empezar una guerra que el mundo entero ha visto desde sus inicios, televisada. Si el agresor indudable se llama Vladimir Putin, ¿qué hay detrás de este giro de guion y del apoyo férreo de Trump al presidente ruso? ¿Acaso Trump le debe algo que desconocemos? Aquí no solo hay dinero de por medio. Más pronto que tarde nos enteraremos.
En nuestro continente, la Unión Europea –ninguneada por Estados Unidos y Rusia– demuestra que, tristemente, no hace honor a su nombre. ¿Por qué la semana que viene irán, por su cuenta a la Casa Blanca, los primeros ministros de Francia y Reino Unido para tratar con Trump? ¿Cómo podemos permitirnos, en esta Europa comunitaria, que la Administración estadounidense ignore a Bruselas, a sus mandatarios, como interlocutores de un conflicto que tanto nos incumbe?
El lunes se cumplirán ya tres años del inicio de la contienda en Ucrania. Pedro Sánchez, una vez más, ha demostrado que reflejos no le faltan anunciando, antes que el resto de los líderes europeos, que ese día estará en Kiev, apoyando a Zelenski. Otra cosa es que su presencia sea relevante en este nuevo escenario geopolítico.