Sin Perdón

La brutal campaña contra Ayuso

«No hay líneas rojas, sino prácticas propias del comunismo o del Grupo de Puebla. Es muy triste que conviertan la política en un lodazal»

La obsesión del sanchismo contra Ayuso es impresionante. Es una patología inquietante. No tiene límites en sus campañas para intentar destruirla. Lo hicieron contra su padre, su madre, su hermano y ahora contra su pareja. Es cierto que no solo fracasa en su objetivo, sino que consigue que salga fortalecida. En esta ocasión ha utilizado las discrepancias de su novio con Hacienda, casualmente controlada con mano férrea por María Jesús Montero, la mano derecha de Sánchez. Es curioso. A estas alturas de mi vida no creo en las casualidades. Han filtrado la noticia en medio del escándalo protagonizado por Koldo y sus compinches que confirma la existencia de una inquietante corrupción sistémica en el PSOE. La cantidad de noticias que están saliendo es abrumadora y afecta a ministerios y comunidades autónomas que estaban gobernadas por los socialistas. No es un caso aislado a lo película de Torrente, como promueve la propaganda monclovita. La izquierda política y mediática está desolada. En cambio, no importan los ataques brutales que sufren jueces, fiscales, policías y guardia civiles.

La estrategia es utilizar un tema que nada tiene que ver con Ayuso, ni directa ni indirectamente, para equiparar un problema fiscal, algo siempre interpretable y que habrá que esperar a su conclusión, con las cloacas del sanchismo. Su pareja tiene derecho a la presunción de inocencia y no se respeta la protección de datos. Se ha buscado condenarle mediáticamente para hacer daño a la presidenta madrileña. Es lo mismo que hicieron contra su padre y su hermano, que se demostró que eran inocentes. Han sacado el tema en un momento que coincide, también, con las lamentables cesiones de Sánchez a Puigdemont para aprobar la amnistía. Lo único que buscan es destruir a una política que tiene una trayectoria intachable. La utilización de Hacienda y la Administración Pública al servicio del sanchismo es una actuación tan grave como deleznable. Es algo impensable en los países de nuestro entorno. Muestra la indefensión ante el autoritarismo de unos políticos que no respetan ningún límite. No hay líneas rojas, sino prácticas propias del comunismo o del Grupo de Puebla. Es muy triste que conviertan la política en un lodazal.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)