Editorial
El cambio emerge sobre corrupciones y mentiras
El cambio político emerge, pero en esta España de excepción democrática nada es seguro
El presidente y sus ministros han blandido como mensaje preferente estas últimas semanas que restan tres años de legislatura y que su intención y voluntad es agotarla. Ha llegado a recomendar a la oposición paciencia pues el adelanto electoral no se producirá. Omite, claro, en su perorata jactanciosa y arrogante que el escenario no está en sus manos por mucho que pretenda transmitir de puertas para fuera e incluso a sus propias filas que el poder reside exclusivamente en su persona. En este punto de autoconfusión resultaría conveniente y sensato que Sánchez recordara que es un presidente de prestado, que perdió con claridad los comicios y que su contrato con La Moncloa se selló sobre un afán desmedido por el mando que arrumbó la moral y la dignidad institucionales en su catálogo de cesiones a los enemigos de la democracia. Así que el presidente depende de que los engranajes y remaches del alambicado engendro que lo sujeta no pierdan tensión ni fuerza. Sánchez es el presidente con más derrotas electorales de la historia de la democracia y de la misma forma es el único que ni se ha pensado asumir responsabilidades por sus continuados fracasos. El desgaste de su figura resulta incontestable y natural dado no ya su desapego de los ciudadanos, sino las mentiras que han jalonado su presidencia. Hoy, si preserva la apariencia de un cierto suelo electoral, se debe exclusivamente a la jibarización galopante de Sumar y Podemos de la que se ha beneficiado. También de los acentos distorsionadores del poderosísimo aparato de propaganda con su siempre entonado orfeón mediático que han convertido el bulo y la desinformación en bazas estratégicas. Pese a todo ese abrumador arsenal, Sánchez sobrevive en el marco de un proyecto agotado, sumido en la agonía inherente a un fin de ciclo, sin autonomía para legislar. La encuesta de NC Report, que publicamos hoy, reafirma que la alternativa del PP consolida su tendencia alcista hasta los 153/155 escaños en un hemiciclo de hegemonía del centroderecha pese a la caída de Vox. Feijóo es el líder mejor valorado por los españoles. El PSOE ya está a casi cinco puntos en línea con la lectura de las europeas, con 120/122 diputados, facilitados en gran parte por el hundimiento de Sumar, con su cataclismo de seis puntos y 21/22 escaños. El desastroso liderazgo de la casta de Yolanda Díaz alejada del pueblo y sus problemas y su ejecutoria grotesca en el gobierno pasan una factura a la ultraizquierda con toda justicia. Pese a todo, Sánchez no tiene intención alguna de arrojar la toalla ni de afrontar con algo de dignidad su epílogo político. Sus cartas a la ciudadanía y su teatral retiro lo refrendan. Prefiere acabar con la democracia antes que la democracia lo haga con él. Queremos pensar que el gobierno del fango no durará y que la corrupción que lo anega derribará el muro que levantó contra la gente. El cambio político emerge, pero en esta España de excepción democrática nada es seguro.
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