El canto del cuco

Campaña contra Feijóo

Están empeñados en hacer creer a la gente que el político gallego, después de una irrupción espectacular, está perdiendo gas, ha ido de más a menos

En el contorno de la derecha se observa una creciente reacción, más o menos espontánea, contra Pedro Sánchez, el presidente más impopular de la serie histórica. En el espacio de la izquierda asistimos a una campaña, promovida desde el poder, contra Alberto Núñez Feijóo. Estas reacciones a la contra se intensifican con las urnas a la vista. En el primer caso el rechazo viene sobre todo de la calle; en el segundo, de los despachos de La Moncloa. Las terminales mediáticas de un lado y del otro hacen el resto. Y no es extraño que unos y otros –unos más que otros– saquen las cosas de quicio. No en vano éste es el siglo de la imagen y del espectáculo. Como apuntó el músico belga Erik Satie en el siglo pasado, hay tres clases de críticos: los que tienen importancia, los que tienen menos, y los que no la tienen. En política, la crítica del poder a la oposición tiene mucha importancia, aunque sea en tiempo electoral.

La descarada campaña contra Feijóo, con la ayuda de Tezanos, produce vergüenza ajena. Están empeñados en hacer creer a la gente que el político gallego, después de una irrupción espectacular, está perdiendo gas, ha ido de más a menos. Para ello se caricaturiza su figura y se critica todo lo que hace o dice. El marcaje es implacable. Se le acusa de insolvente, de radical, de ignorante, de amigo de Vox, de nacionalista, de lo contrario y de cualquier otra ocurrencia. Ahora, con el apoyo a Juan Manuel Moreno Bonilla en lo de Doñana, se le presenta como anti ecologista y enemigo del medio ambiente. Y siempre hay algún memo en su partido que da cuartos al pregonero para hacer méritos en la prensa contraria.

La realidad es que Alberto Núñez Feijóo ha pacificado el Partido Popular, como no se veía desde hacía mucho tiempo; ha ensanchado su base electoral, atrayendo a la casa común a votantes de Vox, de Ciudadanos y a desengañados del sanchismo; está recorriendo sin descanso las distintas autonomías, provincias y municipios, donde encuentra una calurosa acogida, y, para cualquier observador neutral, está demostrando que es un político experimentado, prudente, sensato y preparado de sobra para tomar con garantías las riendas de la nación. Impasible, sin perder la calma, ha sobrevivido indemne, casi sin un rasguño, a los despiadados ataques de la poderosa maquinaria del poder. Ahora se prepara, con buenas perspectivas, para su primera prueba de alcance nacional: las elecciones locales y regionales. El resultado marcará el camino del futuro y pondrá a cada cual en su sitio.