Tribuna

Cataluña volverá a las urnas en otoño, game over

Puigdemont justifica su propuesta con el ejemplo de la Alcaldía de Barcelona o con la misma situación que permite a Pedro Sánchez ser Presidente del Gobierno de España. No va a tragar Salvador Illa

Cataluña volverá a las urnas en otoño, game over
Cataluña volverá a las urnas en otoño, game overBarrio

Hoy por hoy Cataluña se encamina a una repetición electoral. No hay asidero que permita a nadie agarrarse a una solución que le resulte asumible y que permita dar a luz a un nuevo Govern. Otra cuestión es que lo que anteayer era imposible se concrete en un santiamén como ocurrió con el PSOE y Podemos en la siguiente cita electoral. De repente, entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias floreció un súbito amor dejando atrás noches de insomnio con sólo pensar en esa posibilidad.

Salvador Illa fue el claro ganador de las elecciones y reclama vehemente esa condición, por sí sola, para ser investido. Olvida, sin rubor alguno, que en Barcelona gobierna Collboni pese a contar sólo con 10 concejales de 41 y eso pese a quedar tras Xavier Trias. O que el mismo Collboni fue quien tejió un acuerdo en 2019 con el Ciudadano Valls para impedir que Ernest Maragall, a la postre quien ganó las elecciones, fuera elegido alcalde. Optó por entregarle la alcaldía a Ada Colau y ésta aceptó sin remilgos unos votos que días antes rechazaba y despreciaba. Para más inri, también en 2019, le dio otro palo a ERC cuando pactó con Puigdemont la Diputación de Barcelona, dejando a éstos en la oposición.

Ahora le exigen a ERC, tras el varapalo electoral, que les den sus votos sin más, para facilitar la gobernabilidad y evitar nuevas elecciones. Una votación que también requeriría el apoyo de los Comuns de Ada Colau que son los que finalmente dieron la puntilla al Govern de Pere Aragonès y le empujaron a convocar elecciones enrocándose en el rechazo a un proyecto, Hard Rock en Tarragona, que era una condición impuesta por el PSC. El asunto tiene un componente surrealista y situaría a ERC en una posición casi humillante.

Además la decisión de Junqueras de dejar la presidencia de ERC, por ahora temporalmente, tampoco cambia la posición manifestada por la Ejecutiva de los republicanos. No están por la labor y no van a dar sus votos a Salvador Illa a menos que éste diera un giro de 180 grados a sus propuestas que, a juicio de ERC, están a años de luz de los mínimos exigibles en infraestructuras, en inversiones presupuestadas y no ejecutadas, en financiación, en lengua y escuela o en macroproyectos que no comparten y que, en cambio, sí comparten –paradójicamente– Junts y el PSC. Es más, ERC ha invitado a Junts y al PSC a llegar a un acuerdo para evitar nuevas elecciones puesto que coinciden en no pocas cuestiones socioeconómicas y porque son los partidos que han obtenido un mejor resultado electoral.

Illa, por tanto, no parece que vaya a ser President con los votos de ERC. Tampoco con los de Junts. Sólo le quedaría una opción al pupilo de Pedro Sánchez y es recabar el apoyo de VOX y el PP, lo que también parece inverosímil. Y una operación como la del Ayuntamiento de Barcelona, con el apoyo simultáneo de Comuns y el PP es inviable porque no llega a la mayoría absoluta, a menos que contara con la complicidad nuevamente de VOX que debería abstenerse. Una aritmética que resulta rocambolesca.

Pero si ERC se ha llevado un palo, gobernando en minoría, peor le ha ido a la CUP que ha perdido más de la mitad de sus electos. Y otro tanto los Comunes, que se han dejado, como ERC, un tercio de los sufragios por el camino. Las formaciones de izquierda del Parlament de Cataluña, ERC, CUP y Comunes, son los que han cosechado los peores resultados mientras las derechas, incluida Alianza Catalana, han salido claramente beneficiadas de la contienda electoral. En particular el PP a pesar de que VOX ha aguantado el tipo. El Parlament ha virado y no precisamente a favor de la soberanía.

Pese a la situación, quien insiste en postularse como President es Carles Puigdemont con una fórmula que esquiva el veredicto de las urnas. Puigdemont reclama el apoyo de ERC y, a su vez, que el PSC por activa o por pasiva permita su presidencia renunciando a su victoria electoral y eso pese a que la mayoría independentista se ha volatilizado en el Parlament. Puigdemont justifica su propuesta con el ejemplo de la Alcaldía de Barcelona o con la misma situación que permite a Pedro Sánchez ser Presidente del Gobierno de España. No va a tragar Salvador Illa. Lo que sin duda encamina el desenlace a nuevas elecciones de no mediar alguna sorpresa que en estos momentos nadie atisba en el horizonte. Y eso pese a que si Puigdemont presentara candidatura –y eso también dependerá de quien preside la Mesa del Parlament– es muy posible que ERC votara a favor. Pero sería un voto estéril, por insuficiente. Por mucho que también se sumara la CUP o los 2 diputados de Alianza Catalana sólo podría prosperar con la complicidad del PSC. Y los Socialistas han cerrado a cal y canto esa posibilidad. Game over.