Cuartel emocional

Colau y Sánchez

España, país desvirtuado y reducido a paraíso de okupas, de ilegales, de trampas, de excarcelados a conveniencia de los secesionistas y antiguos terroristas.

Colau es a Barcelona, ciudad que fue cosmopolita, vanguardista, pionera en diseño, ejemplo en arquitectura, agitadora artística y cultural, hoy convertida en deshecho de delincuencia y suciedad, lo que Sánchez a España, país desvirtuado y reducido a paraíso de okupas, de ilegales, de trampas, de excarcelados a conveniencia de los secesionistas y antiguos terroristas, en fin, la escoria de la Europa moderna donde difícilmente existe ejemplo similar a lo que estamos viviendo. Se premia públicamente al pillo, al mangante, véase el bonito caso del ex diputado socialista Tito Berni, obligado a entregar su acta del Congreso tras conocerse que estaba siendo investigado por la trama de corrupción del caso Mediador, que acaba de recibir 12.507 euros del ala como resarcimiento por perder su escaño. Aquí la rapiña se remunera, se retribuye, ya digo. Vamos a peor, sin ánimo de amargar a nadie, pero el día a día nos lo demuestra con leyes que revelan la demencia de un gobierno que muy probablemente se sienta cual pez dando las boqueadas, recurriendo a agarraderos inadmisibles para alcanzar un mínimo puñadito de votos más, si fuera posible.

Ahora Sánchez se va a ver al chocheras, al presidente de los Estados Unidos, que está para los leones. Me imagino que sus asistentes, los de un viaje a Barcelona, creo recordar, donde éste le asediaba por los pasillos para conseguir la fotito. El mundo, en general, está muy penoso. Hablábamos el otro día en una cena de amigos que quizá en cien años los políticos sean anónimos, como en Suiza o Singapur, y no se hable de ellos en los noticieros, aunque me canse de insistir que quizá tampoco lo vean nuestros nietos. Se me hace como una quimera inalcanzable.

En otro orden de cosas he podido saber, me han susurrado al oído mientras unas delicadas manos me extraían las muelas del juicio de la parte superior, que Nicolás Maduro no tiene banquero que quiera hacerse cargo de esa hucha de siete o nueve mil millones de dólares que ha ido acopiando por aquí y por allá. Ni Suiza, ni Singapur, ni Liechtenstein, ni ningún paraíso fiscal quieren hacerse cargo de los dineros poco limpios. Es lógico, lo mismo que tampoco lo hacen con las ganancias de la Ndrangheta, un suponer, porque son lugares donde la pulcritud y la rectitud son su seña de identidad, y por cierto, que forman parte del ranking con mayor expectativa de vida con dos cosas que los une: el tamaño de su territorio y su alto nivel de ingresos. De los tres, conozco dos y he de reconocer que durante mi estancia experimenté placidez y gozo y, también, la sensación de que mi bolsillo no daba para más días de estancia.

Pero para gozo el que vivieron los asistentes a la corrida de Morante el pasado miércoles en la Maestranza de Sevilla, ese templo inigualable del arte, donde el de la Puebla desplegó toda su sabiduría con la capa, la muleta y el estoque. Cincuenta y dos años desde que no se cortaba un rabo. El toreo más completo de la historia en una tarde en que las lágrimas asomaban a los ojos de los asistentes en la emoción de estar contemplando algo nunca visto. Me conformo con los vídeos que he podido rescatar de aquí y de allá uniendo mis sensaciones a las que tuvieron los afortunados que se sentaron en el coso para presenciarlo en vivo y en persona.

CODA. Estamos hartos de quienes se empeñan en verter ignominia, deshonra y descrédito sobre el Rey don Juan Carlos. Es de esperar que cuando cambien las tornas el acoso ceje también. Es lo deseable.