César Lumbreras

Agostamiento

Una parte importante de las tierras sembradas de cereales se han agostado durante los últimos días. Agostar: «Dicho del excesivo calor: secar o abrasar las plantas». Así es como define el Diccionario de la Lengua Española de la RAE lo que ha sucedido en los días previos a la fiesta de San Isidro, el patrón de los labradores, que se celebró ayer. La ola de calor que nos ha invadido, y que ha traído temperaturas muy por encima de las correspondientes a esta época del año, se ha llevado por delante las expectativas de una buena cosecha en Castilla y León, Castilla la Mancha, Extremadura, Madrid y Aragón, por citar las regiones más afectadas. Cada grado que subía el termómetro se traducía en una merma de los granos de trigo, cebada, centeno o avena que se van a recoger. El de los cereales no ha sido el único sector agostado, ya que las elevadas temperaturas se han cebado también con otras producciones vegetales, los pastos y, por supuesto, los animales y las personas, que hemos andado «aplanados». En muchos pueblos de España los agricultores sacaron ayer en procesión a San Isidro y se bendijeron los campos; hubo rogativas para que la climatología acompañe en las próximas semanas y los daños se reduzcan al mínimo posible. Los devotos pidieron, no solo buenas cosechas, sino buenos precios. Aunque en las ciudades se viva en muchos casos de espaldas al campo, la verdad es que el sector agrario entendido en sentido amplio, incluida la industria, ha sido un elemento decisivo en la recuperación de la economía española, que ha pasado unos años agostada, no por el calor, sino por la crisis. Sería justo no olvidarlo.