Jorge Urosa

Alcohol y méritos

En las cosas del motor parece que existe una dualidad inconstestable, la de los que optan por el mérito y la opción de los que prefieren el alcohol. En general, además, la segunda suele ser sinónimo de muerte y la primera de vida. Un ejemplo increíble de la primera alternativa, del más profundo amor a la vida nos ha dejado esta semana para vivir para siempre, para instalarse en la memoria colectiva del deporte español; la gran María de Villota.

María amaba la velocidad, pero en este último año nos ha demostrado que amaba más y mejor la vida, María era la sonrisa sincera, la mirada limpia, era pura velocidad y pura vida.

Tristemente, existe siempre el otro extremo, en el que están los que se aferran al alcohol y cada semana causan tres accidentes en Madrid, víctimas inocentes, incluyendo muchas veces su propia vida. Ellos, a diferencia de María que corría para vivir, corren y beben para morir.

La inconsciencia de algunos ha obligado al Consistorio madrileño ha incrementar los controles de alcoholemia. Parece que las campañas de concienciación no son suficientes y que sólo la tragedia nos hace entrar en razón. Quizá, para resolver este problema debamos entrar en la única razón, la razón suficiente y necesaria para no beber al volante, que seguramente no sea otra que la misma que siempre guió a María: el amor a la vida.