Política
Ande yo caliente
En el PSOE se ha dejado de practicar el juego en equipo para dejar paso al individualismo, al menos esa es la sensación que proyecta Pedro Sánchez. Ya dejó claro, hace tiempo, a su número 3 que no tenía intención de renunciar al monopolio sobre la prerrogativa de convocar elecciones que tiene el presidente, sin embargo, lo que era impensable es que la decisión solo contemplase sus intereses propios y no los del colectivo.
En los últimos días se han disparado las apuestas sobre la fecha. Primero se produjo una filtración situando el adelanto en el 14 de abril. La filtración era sorprendente, pero tuvo credibilidad durante unas horas porque se hizo con un medio oficial, la agencia EFE, y a un periodista de prestigio, Fernando Garea, presidente actual de la misma.
Pero fue una de despiste o más bien de sondeo, por mal que quedase la agencia y su director porque a pesar de que la noticia provenía de la Moncloa, el propio presidente se lo desmintió a algunos medios en las siguientes horas.
El siguiente rumor situaba los comicios 14 días después, el 28 de abril, arrancando la campaña en plena Semana Santa. No solo no es habitual la fecha, nunca se ha empezado la contienda electoral en pleno periodo vacacional, sino que además hay convocadas elecciones municipales y autonómicas un mes después.
No sabemos cómo reaccionará el electorado con dos convocatorias tan próximas. La experiencia muestra que el resultado de la primera tiende a mantenerse en la segunda, si bien se ha comprobado en repeticiones de elecciones en corto espacio de tiempo. Pero en el voto municipal hay un componente que es la aportación del candidato local en comunidades más pequeñas y que produce diferencias respecto a elecciones generales.
Pero la pregunta es ¿por qué Sánchez puede estar pensando en medirse en solitario y no en el mismo paquete que el resto de candidatos socialistas? en principio, las conjeturas tenía como finalidad determinar qué afecta a qué, si la política nacional negativamente a la local, o positivamente la local a la nacional. En función de eso, es evidente que lo que le interesaba al presidente es no acudir en solitario.
Sin embargo, una mínima revisión de la trayectoria de Pedro Sánchez nos revela que entiende el éxito no como el triunfo sino como la supervivencia personal. Solo en esa clave se interpreta la jugada.
En efecto, si el resultado fuera favorable para él y eso supusiera un impulso a las candidaturas locales, se convertiría en un héroe para los socialistas. Si, por el contrario, sus resultados fuesen negativos, también le interesaría el anticipo. Pedro Sánchez es consciente de que en el seno del Partido Socialista no todos son fans suyos, pero hay algo peor que ir a las urnas con un dirigente cuestionado, que es ir sin líder porque haya dimitido la noche electoral.
Es decir, que aunque sufriese una derrota estrepitosa, Dios no lo quiera, Pedro Sánchez seguirá dirigiendo el PSOE, porque nadie se atrevería a una operación de exigirle responsabilidades. Además, las expectativas que quedarían para los demás no serían demasiado halagüeñas.
En este escenario, los discrepantes con Pedro Sánchez, incluso los que han sido castigados como el presidente Barreda por no estar de acuerdo al cien por cien con el amado líder, preferirían que siguiese gobernando, aunque fuese sin presupuestos y secuestrado por los separatistas a que fuese el único superviviente electoral.
Otra cosa es que las cosas ocurran como uno desee, que, finalmente, no se pueda evitar el superdomingo o que las cosas no salgan como ha vaticinado el gurú Tezanos.
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