Ángela Vallvey

Antifans

La Razón
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Antes, el fan era un seguidor, «fanático», admirador..., el simpatizante de una persona, equipo, grupo u obra. El fan resultaba un incondicional. Los fans perseguían a sus ídolos por tierra, mar y aire, demostrándoles lo mucho que los adoraban. El ídolo era un ser semidivino, sobrenatural, crecido en los altares del escenario, la pantalla de cine, el plató de televisión... Un sistema de vasallaje en el que estaban claros los roles: por una parte el señor/ídolo, por otra el servidor/fan. El personaje admirado se constituía en modelo, paradigma e ideal. Para el fan, su ídolo era perfecto. Cualquier estupidez que éste perpetrara la convertía en un dechado de exquisiteces. Para un fan, el ídolo carecía de defectos. O bien sus defectos formaban parte de su encanto. No tenía nada que reprocharle.

En los últimos tiempos, sin embargo, todo ha cambiado. Se ha producido un fenómeno poderoso e influyente: el de los anti-fans, o los no-fans, fanshaters, odiadores que rechazan a los ídolos. Estas personas que detestan a los famosos se lo comunican personalmente aprovechando que las redes sociales ofrecen un canal directo de comunicación con personajes hasta hace poco inaccesibles. Un teléfono inteligente basta para comunicar al odiador con la estrella mediática. Por supuesto, ésta última no podría leer, aunque quisiera, los miles de comentarios que recibe en sus páginas, pero ocasionalmente echará quizás un vistazo al azar, y... se quedará con la sangre coagulada. Brear a los famosos en sus redes sociales, expresar hacia ellos lo que parece a veces un odio personal, se ha convertido en un pasatiempo. El nofan es la cara oscura del viejo fenómeno fan, su gemelo en la sombra, esperando cabreado al otro lado de la fuerza. Antaño, el fan le reía todas las gracias (y las desgracias) a su ídolo, lo mismo que el dependiente estaba convencido de que el cliente siempre llevaba razón. Ogaño, el nofan se siente agraviado casi de manera personal por la sola existencia de las «celebrities». ¿De dónde han salido los antifans, los furiosos nofans...? ¿Se han creado de la nada, como una nueva clase emocional socialmedia? ¿O bien siempre han existido, pero esperaban la manera de poder hablar...? Puede que todo a la vez. Lo cierto es que se trata, sobre todo, de una cuestión de oportunidad: las nuevas tecnologías han abierto el hueco, la ocasión. Y la realidad detesta el vacío tanto como un antifan a una «celebritie».