Barcelona

Así que pasen cinco días

Así que pasen cinco días
Así que pasen cinco díaslarazon

Convergencia va a ganar las elecciones el próximo domingo. Así que pasen cinco días, Artur Mas se va a encontrar de bruces con todas las promesas y ensoñaciones de las que lleva hablando sin parar desde que, tras su encuentro con Mariano Rajoy en La Moncloa a mediados de septiembre, volvió a Barcelona con la mochila cargada de agravios, algunos reales pero la inmensa mayoría inventados, y se envolvió en la senyera para tapar sus vergüenzas a la vez que apelaba a los sentimientos de una buena parte de la ciudadanía, en la que ha terminado por calar, después de años y años de lluvia, unas veces fina y otras a cántaros, que todos los males de la sociedad catalana, que no son muy distintos a los del resto de España pero de eso los nacionalistas no dicen ni pío, vienen de la incomprensión, cuando no la altanería y el desprecio que Madrid derrocha desde tiempos inmemoriales contra Cataluña. El próximo lunes, si la mayoría nacional-secesionista alcanza una mayoría abrumadora en el Parlamento autonómico, el señor Mas intentará hacer realidad su pulso al Estado aunque para ello tenga que pasarse por el arco del triunfo la legalidad. La misma legalidad que él y su padrino, Jordi Pujol, dicen que se ha vulnerado al filtrarse que ambos tendrían cuentas numeradas en Suiza gracias, supuestamente, a comisiones ilegales cobradas por su partido. Claro que con una buena mayoría el Llobregat puede convertirse en el Jordán del que emergerían los convergentes limpios de todo supuesto pecado.

El truco no es nuevo y, en el caso de CIU, se remonta al oscuro asunto de Banca Catalana, hace más de treinta años. Pero antes de dar explicaciones sobre este asunto tendrá que darlas sobre por qué una Cataluña independiente no estará en la Unión Europea.