César Lumbreras

¡Ay, el sabor!

La Razón
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Ni el fresón sabe a fresón, ni el tomate a tomate, ni el melocotón a melocotón, ni el pepino a pepino, ni las ensaladas preparadas tienen sabor....

Esas son las quejas de los consumidores cuando acuden a las fruterías. Pero es tan solo una parte del problema, porque la realidad es que muchos de esos productos no saben a nada y no merece la pena comerlos.

Si los agricultores, los fabricantes de semillas, los que ponen a punto de las nuevas variedades de frutales y la distribución creen que van a poder seguir engañando a los consumidores, quizás terminen equivocándose y matando su gallina de los huevos de oro.

Esa pérdida de sabor es una parte del problema que tienen los productores de fruta de hueso, melocotones y nectarinas, sobre todo, como lo refleja el hecho de que el consumo de estas mercancías ha caído el 22% en los últimos diez años, de acuerdo con las estadísticas del Ministerio de Agricultura.

Si a ello añadimos que la superficie plantada y la producción se han disparado y que el mercado ruso lleva unos cuantos años cerrado, pues nos encontramos con una tormenta casi perfecta para este sector. Sin embargo, la situación que se vivió el año pasado no fue igual para todos los productores de esas frutas. Mientras en Murcia y en otras zonas más tempranas la cosa no fue mal, en Cataluña y Aragón (más tardías) la campaña fue un desastre en precios.

Evidentemente, resulta necesario adoptar medidas para evitar que la situación vuelva a repetirse. Hay que adecuar la oferta a la demanda mediante algún plan de arranque y de adaptación de las variedades a los gustos de los consumidores.

Pero, teniendo en cuenta que el plan de arranque interesa, sobre todo, a los grandes productores integrados en la patronal Fepex, que quieren llevar a un pozo sin fondo a las pequeñas y medianas explotaciones.

Las organizaciones agrarias de ámbito general se equivocarán si se limitan a seguir la estela de lo propuesto por los grandes y se olvidan de defender a las explotaciones familiares. Y también se equivocarán si no prestan atención al verdadero problema de fondo: la pérdida de sabor que no solamente afecta al melocotón y nectarina, sino a una gran parte de las frutas y hortalizas que nos venden.