Cáncer

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La Razón
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A Mónica se lo descubrieron durante unas navidades en las que no le bajaba la fiebre. Aquello no mejoraba y su tía, enfermera, la llevó a un hospital. Un par de días de pruebas exhaustivas que le terminaron de quitar la energía. Cáncer en el intestino. Y una infección gorda que le salvó la vida. El de Charo fue en el pecho. En una revisión, zás, tienes un tumor. Y el pecho, fuera. Mónica se recuperó pero pasó por una operación complicada, un anestesista del Real Madrid (ella es del Atleti a jierro), y varias consecuencias posteriores que me evito contarles para que no les de lástima Mónica, porque si Mónica se entera de que es capaz de dar un poco de pena me corre a capones y me retira del Facebook. A Mónica le encata Ujfalusi y los bares y desde que estuvo mala suele recordar al llegar a cualquier barra que tuvo cáncer. Me dejaréis el taburete, cabrones, que he tenido un cáncer. El de Charo se complicó y no hubo forma de reconstruirle el pecho porque la piel no estaba por la labor. Yo, con una teta tuya, voy servido. Dos me parece ya exagerar, le decía su marido. Su marido, ese que si salían bien las pruebas compraba una botella de vino buena y si salían mal compraba dos. Me está saliendo carísimo el cáncer de Charo, coño. Sé que las dos tienen alguna objeción que hacerle a la donación de Amancio Ortega y entiendo también sus razones. Entiendo todas y cada una de sus pegas, sus recelos, sus gatos encerrados. Pero a mí me parece cojonudo. Me lo parece siempre y cuando haya solo una persona con cáncer que esté de acuerdo, que le dé esperanza, que crea que es necesario. No seré yo la que hable de parte de toda esa gente que está ahora tratando de encontrar el camino para aguantar la batalla. Quién sabe si algún día estaré yo en ese ejército. Y si estoy, si estuviera, quiero todas las ayudas posibles. Y sin tener que comprar en Zara.