Alfonso Ussía

«Cachuli»

La Razón
La RazónLa Razón

A una etarra, feroz asesina y bastante fea, le fue concedido un permiso para abandonar la cárcel durante el tiempo necesario que la ciencia determina para ser sometida a una inseminación artificial. Lógicamente, no encontró entre los compañeros masculinos de la ETA, Batasuna, Sortu o Bildu ningún voluntario dispuesto a colaborar con ella en su intento de maternidad de acuerdo a los pasos establecidos por la naturaleza.

Cuando De Juana Chaos, hoy propietario de un almacén de bebidas en el Caribe venezolano, fue liberado y enviado en una ambulancia a un hospital de San Sebastián para recuperarse de las consecuencias derivadas durante su sospechosa huelga de hambre, gozaba de un aspecto bastante saludable. Se recuperó con sorprendente facilidad, paseaba tranquilamente todos los días con el fin de fortalecer su tono muscular por el Paseo de la Concha, y cuando le vino en gana, huyó de la acción de la Justicia, se instaló en Irlanda con su joven mujer y de ahí voló a Venezuela, donde los terroristas españoles son mejor tratados que los ciudadanos venezolanos. Tiene pendiente el cumplimiento de una parte de su condena.

A Bolinaga, asesino y también secuestrador de Ortega Lara, al que tuvo más de quinientos días enterrado en un agujero inmundo que habría avergonzado a los criminales de las SS y del comunismo estalinista, se le abrieron las puertas de la cárcel por estar inmerso en la «fase terminal de su episodio oncológico». Llegó a Mondragón, fue recibido como un héroe, comió, bebió, engordó y vivió con la libertad de una persona normal durante más de tres años. En las tabernas de Mondragón su presencia era muy celebrada y recibía muchas palmaditas en la espalda. No se arrepintió jamás de su terrorífico pasado.

Otro asesino de la ETA solicitó un permiso penitenciario para cuidar a su madre enferma. Le fue concedido el permiso, se trasladó a Lasarte, la madre enferma continuó al cuidado de sus hijas y el terrorista se lo pasó bomba con su antigua pandilla de amiguetes y cerraba las «herriko tabernas» entonando canciones de lucha y baladas regionales con diario entusiasmo. Y a la madre, a «amatxo», que le dieran morcilla.

Julián Muñoz es un golfo. Saltó de camarero en «Puerto Banús» a concejal de Marbella, por invitación de Jesús Gil. Alcanzó la alcaldía marbellí. Y se dedicó al trinque comisionista y prevaricador. Ha pedido perdón por su codicia, ha reconocido su corrupción y lleva mucho tiempo en la cárcel porque está pendiente de más juicios y mayores condenas. Le dicen «Cachuli», y se hizo famoso por su largo romance con Isabel Pantoja, que también está en la cárcel, aunque ésta sale de ella y a ella retorna con una agilidad asombrosa.

Sus apariciones en las vistas judiciales son deprimentes. No hay que ser doctor en Medicina para asegurar que en lo concerniente a su estado de salud, no hay engaño. Este hombre se está muriendo a chorros y su aspecto es desolador. Ignoro si ha devuelto parte de lo que se llevó.

No estoy al tanto y recelo mucho de la esquina folclórica y «famosa» de sus delitos. Pero este hombre está mucho peor que De Juana Chaos, que Bolinaga y que la madre del hijo terrorista que salió de la cárcel para cuidarla y no la cuidó en absoluto.

«Cachuli», por fresco y coleccionista del dinero ajeno que haya sido, no produce temor político. Su muerte en prisión será motivo gozoso para los infumables programas de televisión mal llamados «del corazón». Intuyo quién ganará dinero narrando detalles y chismes a su costa. «Cachuli» ha sido un delincuente que ha robado y no ha asesinado a nadie. No reclamo para él amnistía alguna. Reclamo el trato que han recibido del Estado algunos de los más salvajes asesinos de la banda terrorista ETA.

Así de crudo y así de claro.