Gaspar Rosety

Cada cual y su apellido

Días hay que repregunto muy tenaz por qué tengo que escribir, si hay días que no creo lo que veo, que no entiendo lo que leo ni soy capaz de captar el porqué. Días hay que sobrepasan los terrores, los infalibles, los destructores, a los temores, a los reductibles, a los que construyen. Y aun así, hoy tengo que escribir. Saludo al sol de la mañana, huérfano ya de las mentiras de la noche. Hay quien opina que la noche es una gran mentira y otros que la ejercen de forma cotidiana. La luz del clarear encuentra poco uso en la poesía. Se cuela por la rendija de la ventana, por la pestaña de la persiana y nos adentra en la nueva aventura del vivir. Y aun así... Ahí, cada uno forjará su mundo a su medida, sin que importe en exceso si hay verdad o duda, justicia, parcialidad o mala fe. Ése es el misterio de cada amanecida, saber cómo ha de culminar el día en virtud del interés de cada cual. Por eso, a quienes no buscamos más allá de la verdad y de saber contarla, persiguiendo el rigor con desmedida precisión y la ética con humilde devoción, nos surge la duda de la existencia, si escoger o realidad o conveniencia. Y aun así...En verdad, las cosas que están mal lo están, al margen de quien protagonice, y las que se hacen bien pues bien están, sin importar el nombre del que las bendice. De esta manera, dejo al lector, amable lector de este periódico, como escribía Azorín, que examine sus cuitas donde quiera y ponga gentilmente el apellido al poderoso que todo lo vigila.