Asuntos sociales

Cansinismo del feminismo

La Razón
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Soy feminista siempre que se entienda por feminismo la defensa de la igualdad de derechos de la mujer y no la lucha contra el hombre. ¡Pero cuántas palabras inútiles ayer, qué borrachera verbal, cuántos discursos, artículos, admoniciones que no van a servir para nada! Algo hacemos mal si hablamos cada vez más y conseguimos cada vez menos. Si todo el mundo se ha hecho feminista, pero, por ejemplo, se multiplican los hombres furiosos que dicen matar por amor. ¿No será precisamente que el peso de la ideología impide reflexionar con libertad? Me he preguntado muchas veces qué lleva a un hombre a matar a su pareja y entrar en la cárcel, con la vida arruinada. O a matar a sus propios hijos y quitarse la vida. Hay reacciones en caliente, pero no sólo. Muchos varones planean sus ataques o se saltan una y otra vez órdenes judiciales de alejamiento. Esta forma de reaccionar me recuerda mucho a las fieras acorraladas. ¿No podría ser que el endurecimiento de las leyes y discursos contra la violencia machista esté propiciando ciertas agresiones? Pienso en hombres primitivos, impulsivos, muy reaccionarios, que escuchan una y otra vez que los van a denunciar y deciden tirar por la calle de en medio. A lo mejor estamos necesitando un teléfono de asesoría al hombre psicológicamente desquiciado. Pero cualquiera les dice esto a las feministas de carné.

Hay una enorme hipocresía alrededor del feminismo, como lo hay en torno a muchos «ismos» contemporáneos, que sirven de disfraz para hacerse el moderno. Lo cierto es que las cosas que cambian a favor de la mujer lo hacen más por el peso de la realidad que por buena voluntad de nadie. Por ejemplo, la enorme presencia de las mujeres en la judicatura o la medicina tiene que ver con las muy superiores notas de las féminas en las oposiciones. Por el contrario, donde el «dedazo» se impone a los exámenes, las mujeres apenas avanzan: consejos de administración, puestos directivos, cargos ejecutivos.

Finalmente, me gustaría en estas fechas compartir con ustedes, queridos lectores, la idea de que el valor de la mujer y sus derechos no sólo no adelantan, sino que retroceden entre las más jóvenes, que se dejan espiar por teléfono y controlar y hasta pegar. En plena revolución sexual, cuando se ha impuesto el sexo de usar y tirar, la mujer está siendo víctima de un varón depredador inmisericorde. Porque la mujer es la campeona del sentimiento y es utilizada por hombres hábiles en usar a la hembra y desecharla. Cada vez más chicas relatan que se acuestan con sus novios a edades tempranas «porque, si no, se va con otras». Hay muchas singles capaces de someterse a todo tipo de caprichos de sus eventuales parejas en el esfuerzo por encontrar alguien que las quiera.

Soy feminista, sí, y, sin embargo, cada vez dudo más del dogma feminista. A veces pienso que no tiene demasiado que ver con la búsqueda de la verdad.