Miguel Ors

Casta atlética, casta Messi

La Razón
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L14 Cuidado

Zidane es un gran señor. Sonríe como un gran señor. Habla como un gran señor.

–¿Se nace señor o se hace uno señor, a golpes con la vida?

Mi amigo el filósofo, como es también un gran señor, duda:

–Hay algo de componente genético en el señorío –reflexiona–. Lo que ocurre es que la vida, tan puñetera, a veces te degrada el señorío.

Creo que no es el caso de Zidane. Con la elegancia de la sencillez, tan hostil al empalagoso barroquismo, comentó: «Rafa Nadal es un señor que gusta a todos los señores a los que le gusta el deporte».

–¡Matrícula, Zidane!– exclamé.

Si no fuese tan señor, no diría tan cándidamente que sigue ignorando su futuro en el Real Madrid y que el Real Madrid, que ha ganado al Las Palmas por los pelos de unos minutos, no le gusta: «Así no vamos a ninguna parte. Tenemos que jugar mejor, está clarísimo».

Autocrítico sin perder la sonrisa.

M15 Popularidad

La popularidad es efímera. Dura lo que dura, o sea poco. «La popularidad, esa gran mentirosa». Benítez, Mourinho, Pellegrini y Wenger: ayer, famosos, los mejores; hoy, cuestionados. Wenger, 20 años, qué milagro, en el Arsenal, pero «ya no es el que fue», leo. La popularidad desgasta y quema sin piedad. La gente se cansa de las caras y de la gente. «A ver si se va Rajoy» es la canción de cada día desde hace muchos días en el clima político. Hay quien, por razón miserablemente ideológica, lo ve abrasado, a pesar de que gracias a él, España no se abrasó en el volcán en que sigue torrefactándose Grecia. Lo proclamó en su día Napoleón: «La política es la fatalidad». El fútbol, también. Benítez, en su nuevo equipo, el Newcastle, ha tenido la fatalidad de estrenarse con derrota. De Zidane se escribe ya, casi con impaciencia crítica, que el Real Madrid con él no ha mejorado a Benítez.

–Para ser popular mucho tiempo hay que ser mediocre. Es más longeva la popularidad del mediocre que la del talento– me recuerdan.

X16 Atlético

«Atleti, nunca dejes de creer». Ahí, en esa frase, está el alma y la esencia del Atlético. ¿Qué es el Atlético, mayormente? Eso que no es la descastada casta política española: solidaridad, unión, amor y emoción. El PSV jugó al Atlético en su casa como el Atlético le jugó al PSV en Holanda. Empate a cero. Incertidumbre. Suspense. Resolvieron los penaltis. La emoción eclipsó, tal vez, la calidad. La otra electrizante emoción del partido fue, una vez más, la «coalición y el pacto» de amor y unidad entre los jugadores rojiblancos, su rojiblanca afición y el rojiblanco líder. ¡Simeone sí que es un líder fiable! Donde hay solidaridad y amor, palpita, ciertamente, la emoción de la felicidad. Casta atlética, señores Sánchez, Rivera e Iglesias.

J17 Eurofútbol

En la Europa de la economía, Alemania, Inglaterra, Francia e Italia son más que España, creo; en la Europa del fútbol, España es más que ellas, sin creo. Barcelona, Real Madrid y Atlético, el único tridente de la «Champions».

–El Barça, en teoría, es el gran favorito– opinan casi todos los sabios en fútbol.

La reflexión del elegante Wenger, elegantísima:

–El Barça tiene jugadores que convierten lo normal en arte.

El lobo más temido, el Atlético:

–Domina la sublime técnica de ganar jugando a no perder– esto lo pienso yo, que sólo soy curioso espectador de las cosas y de la vida.

¿Española, pues, la «Champions» de esta temporada? A pesar de que el gran favorito es el Barça, no hay que descartar al Real Madrid: no está en horas excelsas, pero cuando menos se cuenta con él, surge su excelsitud. Histórico su excelso noviazgo con Europa.

V18 Messi

Si Messi, Júpiter del fútbol, jugase como habla, no fulguraría ni el Barça ni en el globalizado mundo del fútbol.

–Vestiría, a lo sumo, la camiseta de un Tarrasa o un Sabadell. Perdón por la comparación, me comenta un catedrático hincha del Barça.

Messi, sin embargo, en su argentinizado español (espontáneo, entrañable, muy humano), ha dicho: «Yo no soy el Barça. El Barça tiene jugadores muy impresionantes. La clave del Barça no es el tridente, es la magnífica relación entre todos, y que jugamos como si nunca hubiésemos ganado nada».

Buena casta humana la humana casta de Messi.