Cataluña

Cataluña morbosa y sentimental

La Razón
La RazónLa Razón

Carles Puigdemont, que tiene facilidad para los idiomas, como Pedro Sánchez y Albert Rivera, y también Cospedal y Nadal, a diferencia de Rajoy, que es de otra generación idiomática, saldrá de la cárcel de Neumüster con algo más que rudimentos de alemán. El ex-presidente de la Generalitat, que sobre todo es de cultura oral, frente a la tradición escrita, se mantiene en sus trece e insiste: «No claudicaré, no renunciaré, no me retiraré». Está convencido de que cuántos más problemas cree a España, mejor le irá personalmente a él, porque ahora eso es lo que le preocupa, aferrado a la coartada de la bandera independentista. Los que más que le conocen subrayan que es tenaz hasta la extenuación, ya convertido en un transunto cuasi perfecto de aquella expresión de Popper –no consta que lo haya leído, porque no es cultura oral– de que «es imposible que alguien abandone por razonamiento una convicción a la que no ha llegado por razonamiento», algo que no es patrimonio exclusivo de los independentistas, pero también receta común del populismo.

La historia no se repite, pero casi todo está escrito. Sólo hay que leer las crónicas de la República –la Segunda República Española– de Josep Pla. Son 1.841 páginas (Destino), pero asequibles en un par de semanas en Neumüster para Puigdemont y para cualquiera. El 8 de marzo de 1932, el ampurdanés escribía: «La política catalana tiene desde hace años un aspecto caótico e interesante. Fuera del ámbito catalán esta política difícilmente se comprende. Su complejidad se debe más que a nada a la acumulación de problemas. Aparte de los derivados de la política general, hay en Cataluña problemas de política particularista. Repercute intensamente en Cataluña, por el hecho de ser un núcleo productor cuyo principal mercado es la Península, y todo lo que se deriva de la dimensión económica de España. Tal superposición de elementos vivos hace que la política catalana sea de una enorme confusión». Ahora, 86 años después, Pla solo tendría que añadir que las inversiones extranjeras directas en Cataluña han caído un 40% y recordar aquella intervención de Francesc Cambó en el Congreso de los Diputados, el 25 de junio de 1934, cuando explicó que «Cataluña, contra lo que muchos creen, es un pueblo casi morbosamente sentimental», aunque Puigdemont quizá tampoco conozca la cita, lo que no impide que su peripecia también sea ya «morbosa y sentimental».