Iñaki Zaragüeta
Cataluña y la corrupción
No hay discusión. Cataluña se lleva la palma en lo que a corrupción se refiere. Ni siquiera Andalucía con los ERE y cursos de formación, ni Comunidad Valenciana con sus múltiples asuntos en los tribunales, ni Madrid con lo grueso del «Gürtel» a cuestas, ni...
A los varios miles de millones de euros que se le atribuye al clan Puyol, los casos de Artur Mas y su paseo por el banquillo, las tropelías del juez Estevill o el saqueo del Palau de Millet –siempre Convergència Democrática de Cataluña como protagonista estelar– se une la mayoría de los 48 registros realizados ayer por miembros de la Guardia Civil por posibles delitos de blanqueo de capitales, malversación de fondos, prevaricación, cohecho, tráfico de influencias, alteración de precios de concursos y subastas públicas, fraude e infidelidad en la custodia de documentos.
Lo más grave no es que año a año vaya descubriéndose que la institucionalización de la corrupción se había establecido en Cataluña por encima del resto de España, en donde tampoco hay que poner paños calientes. Lo más grave es que se propiciara una política de sensibilización en torno al separatismo con el único fin de conseguir la impunidad, de inmunizarse ante semejante «palacio del delito». Y, para colmo, que germinara.
Cataluña afronta la disyuntiva de enrocarse en su camino hacia ninguna parte, para salvar a una pléyade de delincuentes, o reflexionar para recuperar el papel que siempre jugó en la vanguardia social, económica, cultural de España. Respecto a la corrupción, sirve para otras regiones, que la Justicia amenaza por componer una cadena sin fin. Así es la vida.
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