Fútbol

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Caza, Cholo, sexo y Hacienda

La Razón
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M31 Irse

Ser o no ser, irse o no irse, dudar o no dudar.

–Simeone –afirma mi informante– sigue rumiando su futuro: ¿y si en otro equipo, parece que piensa, pierde la mesiánica condición de entrenador matrícula de honor que se ha ganado en el Atlético?

El hombre, argumentando orteguianamente, es él y sus matrimonios: su matrimonio sentimental, el profesional y su matrimonio por dinero, entre otros matrimonios. ¿Cómo le irá a Simeone si se divorcia del Atlético y se «casa» con otro equipo cuyo talante técnico y táctico no armoniza con el suyo?

–Simeone tiene una inteligencia muy reflexiva –me dice el mismo amigo informante–: por eso su pensamiento, ahora, es un nubarrón de duda. Duda, sencillamente, entre dejarse seducir por el dinero, ese jactancioso y poderoso tenorio, o seguir siendo feliz en el Atlético.

Ser feliz o no ser feliz: he aquí, quizá, la otra cuestión.

X1 Sexo

Dios creó a Eva por razones de sexo. Se dijo:

–¿Qué hará el hombre con su sexo si no invento a Eva?

La inventó; ¡y qué delicioso invento, Dios; diste divinamente en el clavo, Dios!

El sexo, sin embargo, preocupa al mundo con motivo de la celebración de los Juegos de Río por culpa de un mosquito, el mosquito Zika, que es un díptero con muy malas pulgas. Transmite su venenoso virus por la placentera vía del coito.

–¡Qué cabrón!

El mosquito es el bichito que corrobora el dicho de que no hay enemigo pequeño.

–Hay más de 3.000 especies de mosquitos –me culturiza un médico–. Y la picadura de algunos de ellos es letal.

Por eso Pau Gasol no quiere ir a Río.

–Me pica –se ve que piensa–, hago el amor, la dejo embarazada y a los nueve meses, un discapacitado cerebral.

Hay una solución, sin embargo, para que eso no le ocurra a él ni a ningún atleta: la abstención. Abstención sexual en Río durante la celebración de los Juegos. Asunto resuelto.

–¿Casi un mes, más o menos, sin tocar a Eva? ¡No, no voy a Río!

J2 Caza

Sigue la caza. El español es muy cazador. Pedro Sánchez, con su escopeta de tres cañones («¡No, no y no!») no para de disparar contra Rajoy.

–¡A ver si me lo cargo! –se dice un día sí y todos los días sí con la celulita gris de su indeclinable obstinación. Es que si no me lo cargo ahora, él se me va a cargar a mí en las urnas –parece que piensa, despierto y durmiendo, el contumaz Sánchez.

Algo similar ocurre con la liebre Ángel María Villar. Podencos y galgos (todos los que quieren apearlo de la presidencia de la Federación Española de Fútbol) no paran.

–Saben que en las democráticas urnas, la liebre volverá a arrasar. La «mayoría» de votantes está con él. Villar, en el fútbol (RFEF, FIFA, UEFA), es, mal que pese, un poder –eso mascullan los podencos y los galgos.

Ahora uno de los podencos le acusa de prevaricación.

–¿Prevaricación?

–Abuso de poder: que en lugar de convocar las elecciones antes del verano, las convocará en el último cuatrimestre del año, y eso, según la ley, es trampa!

Cachondo país de podencos, presuntos, investigados y corruptos es España.

–Y es que pones un telediario –se me lamentaba el otro día mi autobusero, línea 1– y todas las noticias son de podencos, de robos, de presuntos, de niños desaparecidos... Menos mal que lo alegran con fútbol.

–Pues en el fútbol –le digo– también presuntos: Messi, Neymar, Mascherano...

–Bueno, ésos son del Barça. No hay que preocuparse.

¡Y viva España!

V3 Papá

Hay tres palabras tiernas para mí: amor, mamá y papá. Messi, a pesar de que es un hombre hecho y derecho, amén de globalmente admirado y millonario, tiene un papá, no un padre. La palabra padre es seca. Papá es otra cosa.

–Papá, te quiero.

Qué espiritual. En la expresión «padre, te quiero» hay menos apego, menos amor. «Papá, te quiero». ¡Claro que sí, Messi! No entro en la cuestión de si su papá le ha hecho o no pirula con Hacienda. El otro día, un amigo me reflexionaba así:

–Eso de que Hacienda somos todos es relativo. Hacienda somos todos los que no tenemos dinero. Los que nadan en él colocan en países fiscales todo lo que tienen o pueden. Luego no todos somos Hacienda.

Hay cosas que no las discuto.