Pilar Ferrer
Ciudadanos: ni tanto, ni tan poco
Su plaza anhelada, el auténtico trampolín de poder era Madrid. Pero Albert Rivera, en el feudo definitivo, no ha logrado el resultado esperado. Sus dos candidatos, Ignacio Aguado y Begoña Villacís, ampliamente contradictorios, picotearon en aguas ajenas, hicieron una pésima campaña y salieron ahogados. Es la respuesta a quien poco arriesga, mucho duda y poco apuesta. Madrid no es Cataluña y tan sólo el discurso españolista no vale. Se crecieron mucho, pero las expectativas no han logrado la meta final. El líder naranja logra ser un referente en la política nacional, pero poco más. La indefinición se paga y no es tan rentable como esa transversalidad tan invocada ellos esperaban.
Justo es reconocer que Ciudadanos, una marca nacida en Cataluña pero imberbe en el resto de España, irrumpe como fuerza emergente en el escenario nacional. Pero ni tanto cómo se ambicionaba, ni tan poco como otros esperaban. Rivera se había crecido mucho, aunque en el tramo final de su campaña se desinfló. No obstante, afronta ahora un doble reto: consolidar un programa a nivel estatal y definir su política de pactos. Si con el PP o el PSOE, allí dónde pueda y su sentido de estado le permita. Y desde luego, con una clara, muy exigente ya clarificación de su propuestas. Ciudadanos es un partido emergente, pero ni de lejos ha llegado a lo que su líder reeclamaba: «Venimos a ganar», aseguraba Rivera en todos los mítines. Sus votos trasvasados del PP, y en menor medida del PSOE, podrán ser bisagra en algunos casos, pero muy lejos de lo esperado. Mimado y anhelado, Rivera se permitió lanzar muchos órdagos, pero ahora que se lo piense. Deberá medir muy en serio su política de pactos, o de lo contario, quedará fuera de todo escenario de poder real. Sus contradicciones programáticas y su bisoñez le han pasado factura. Ante sí tiene la posibilidad de demostrar que vale o es un simple aprendiz.
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