Cástor Díaz Barrado

Claro que sí

La decisión de importantes países, miembros de la Unión Europea, de iniciar el camino conducente al reconocimiento del Estado palestino camina en la buena dirección. Todo apunta a que el Gobierno español también ha apostado por ello, sobre la base de la histórica relación con el mundo árabe y en función del respecto a la legalidad internacional. Nada mejor para ir resolviendo el principal problema que aqueja al Próximo Oriente que sentar las bases para instaurar una paz estable y duradera que se asiente sobre la existencia de dos estados. El reconocimiento de los derechos de Israel se debe completar, necesariamente, con el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación y, por ende, a construir un estado soberano e independiente. La comunidad internacional no encontrará solución a los graves problemas que aquejan a la zona si no decide respetar los legítimos derechos del pueblo palestino. La Autoridad Nacional Palestina deberá ser la encargada de liderar el proceso en la constitución de un nuevo estado y todo ello deberá definirse conforme a las decisiones de las Naciones Unidas. Todas las partes deben ser conscientes. Lo que importa es asegurar la paz y poner fin, de una vez por todas, al conflicto que envenena la situación en el conjunto de la región y que, asimismo, hace que se multipliquen las controversias en el Próximo Oriente. Suecia ha dado un primer paso, y decisivo, en la dirección adecuada y muchos otros países europeos quieren seguir este camino. No estaría de más que la decisión final fuese de la Unión Europea en su conjunto para enviar un claro mensaje de que la Unión no sólo está comprometida con la paz sino que, además, es un actor principal y necesario para el proceso de pacificación. El reconocimiento de Palestina como un estado no es una cuestión menor ni tampoco inútil. La política exterior española debe ser firme y decidida, ahora más que nunca, cuando nuestro país va a ocupar, en breve, un puesto de miembro en el Consejo de Seguridad. El Reino Unido está corrigiendo muchos de los aspectos de su política exterior que le venían aislando de las posiciones internacionales y Francia quiere recuperar el protagonismo que, por esencia, le corresponde en el concierto internacional. Éstos deben ser nuestros aliados en este asunto y, con seguridad, Estados Unidos, más pronto que tarde, aceptará los planteamientos europeos. No basta con la ayuda humanitaria a los palestinos puesto que hace falta una voluntad política clara que, sobre la base de la legalidad internacional, impida que la región siga siendo el foco de conflicto más sobresaliente de la sociedad internacional contemporánea.