Lucas Haurie
Con Pedro pero con disimulo
La consigna entre los socialistas andaluces, en estas vísperas del congreso federal que designará al sucesor de Rubalcaba, podría resumirse con una frase: «Cualquiera menos Madina, pero que parezca un accidente». Los partidos políticos también tienen memoria y en la del PSOE-A permanece vívido el recuerdo de tres malhadadas elecciones de bando en tres lides habidas por el poder partidario: el sur quiso a Almunia y ganó Borrell en 1998; quiso a Bono y ganó Zapatero (tras abyecta maniobra del orillado Alfonso Guerra) en 2000; y quiso a Chacón y ganó Rubalcaba en 2012, en un congreso que Griñán organizó en Sevilla para mayor gloria de la catalana y cuyo fracaso, por veintidós raquíticos votos, es considerado el origen del drama hodierno del socialismo español.
Las reticencias con Eduardo Madina son tres: es considerado un mero apéndice de Rubalcaba, encarna el temido giro izquierdista que las cabezas mejor amuebladas del partido creen que sería un suicidio electoral («quiero estar en el centro», dijo Susana el sábado en Marbella) y, sobre todo, su empeño en dar voz a los militantes impidió la entronización de Díaz en el proceso a la búlgara que pergeñaba. La presidenta de la Junta comió el mismo día que comunicó su paso al costado, hace hoy dos semanas, con Patxi López, a quien trató de persuadir para que se presentase contra su compañero del PSE. Ante la negativa del ex lendakari, las esperanzas viraron hacia Juan Fernando López Aguilar, a quien tampoco pudieron convencer.
Por eliminación, pues, Andalucía apoyará a Pedro Sánchez, aunque siempre de manera extraoficial. Desde el PSOE-A se anuncia «exquisita imparcialidad» en las primarias, lejos de la «neutralidad activa de 2012, cuando Griñán permitió que la secretaria de organización, entonces Susana Díaz, se fotografiase en actos de apoyo a Chacón y la respaldase públicamente. Ni la presidenta ni nadie de la ejecutiva regional va a decantarse por ningún candidato». Ello no obsta para que las plataformas de apoyo a Pedro Sánchez hayan cosechado éxitos rutilantes de público en actos organizados en sedes provinciales como las de Sevilla o Cádiz, a los que han acudido masivamente todos cuantos hoy quieren ser alguien en el partido.
Los partidarios de Madina en Andalucía, por el contrario, son tildados en clave interna de «zombis», muertos vivientes de la política que mantuvieron en el pasado pugnas con Susana Díaz y, en consecuencia, ya no tienen nada que perder: todo lo han perdido. Verbigracia, el ex secretario general andaluz Carlos Sanjuán o la ex consejera Evangelina Naranjo. «La obsesión de la presidenta es que los problemas del federal no quiebren la unidad que tanto le ha costado conseguir dentro del partido aquí. A Pedro Sánchez lo están apoyando compañeros de todas las tendencias como Gómez de Celis (uno de los pocos críticos con Díaz en el último congreso andaluz) o Kiko Toscano (el díscolo alcalde de Dos Hermanas), así que interpretamos que es quien mejor encarna la unidad», admite un alto cargo de la Junta. Esta neutralidad impostada obedece a motivos estratégicos. En las anteriores confrontaciones, la mala elección del PSOE-A lo apartó de los círculos de poder partidario. En esta última etapa de Rubalcaba, a pesar de que se cedió a Griñán la presidencia del partido, un cargo apenas decorativo, ningún andaluz obtuvo un puesto relevante en la ejecutiva federal. «Aunque todo el mundo sepa cuáles son las preferencias de Susana, el candidato ganador, sea quien sea, tendrá que tener en cuenta su opinión a la hora de confeccionar su equipo porque la postura oficial es que se respetará el mandato de la militancia». Como enseña el Quijote, dando vivas a quien gane.
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