Fernando de Haro

Con pena

Dijo marcharse con pena. El viernes, cuando Francisco Fernández Sevilla, el secretario general de UGT-Andalucía presentó su dimisión aseguró que se iba con el dolor de no haber podido frenar el atropello que estaban sufriendo los derechos de los trabajadores.

Y a lo mejor era sincero. Puede que Fernández Sevilla considere una anécdota que durante años las facturas de la Feria de Abril, de las buenas comidas con los compañeros, de los maletines mandados a fabricar en Asia, a imitación de los de Salvador Bachiller, se cargaran a las subvenciones de la Junta de Andalucía. Ahora Susana Díaz, la presidenta, reclama casi dos millones de euros no justificados. Pero es difícil creer que antes los gobiernos de Chaves y de Griñán no estuvieran al tanto del descontrol.

Quizás Fernández Sevilla ve irrelevante que el sindicato, no contento con cargar todo tipo de gastos a las ayudas públicas, obligara a sus proveedores a facturar entre un 3 y un 30% más caro todo lo que compraba y pagaba con el dinero del contribuyente. La diferencia se utilizaba para que le saliera gratis cualquier producto. En una ocasión la cuenta era tan alta en una empresa de muebles que los responsables de la UGT no supieron que más podían redecorar. Y probablemente Fernández Sevilla, en el fondo, estima normal que la mediación de los ERE falsos también fuera un modo de conseguir recursos. Estaba luchando por mejorar la condición de la clase obrera. Lo demás son detalles sin importancia.

Y a lo mejor Fernández Sevilla lleva razón y los que nos equivocamos somos nosotros. Nos equivocamos al firmar los Pactos de la Moncloa, cuando les dimos a los sindicatos poderes sobre las Cajas de Ahorro. Nos equivocamos al convertirlos en agentes políticos durante las siguientes décadas. Nos equivocamos al otorgarles el control de muy cuantiosos fondos de formación como si fueran subvenciones que no hubiera que justificar. Nos equivocamos al darles un protagonismo excesivo en las relaciones laborales, sin examinar su vinculación con el trabajador de a pie, el trabajador real. Va a ser eso.