Pacientes

Contaminados

La Razón
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Lo estamos a través de los alimentos, de las aguas, del ruido... Pero lo del aire es brutal. Los expertos ya no saben cómo decirnos que no se puede vivir en semejante negrura ambiental. El último estudio nos alerta de que la contaminación urbana afecta seriamente y a corto plazo la atención en los niños, que el desarrollo neurológico queda tocado para siempre. No importa, las farmacéuticas ya tienen hace mucho la solución. Si los niños no atienden y se mueven demasiado es porque padecen TDAH, un trastorno muy frecuente en estos tiempos que se trata con metilfenidato, una sustancia parecida a la anfetamina y que también tendrá efectos amargos. Es una cadena perversa. Nuestras costumbres en estos sistemas equivocados, dañan gravemente la salud. Pero los intereses que genera en algunos el mercadeo para esos daños es colosal. Los negociantes del mal funcionan como grandes camellos de la droga: primero dan la sustancia, luego generan la adicción y, por último, venden a precio de oro los remedios. Remedios con efectos secundarios que acabarán requiriendo otros remedios que ellos también poseen en su nutrido almacén. La vida es más larga, sí, pero ¿y la calidad? ¿Cómo es posible que sabiendo que los coches en las ciudades están envenenando a la gente, no se haga nada drástico para resolverlo? Somos los propios ciudadanos, adictos, los que no estamos dispuestos a desprendernos del amado cochecito. Sé, todos sabemos, que la industria automovilística es un «sector estratégico de la economía», pero ¿no será mejor estrategia conseguir que el aire sea más puro y no nos llene la vida de muerte? ¡Qué desatino poner en la economía la clave del ejercicio social! ¡Qué desatino destruirnos así! Y llovió.