Ely del Valle
Cuidado que quema
Después de oír al Gobierno decir aquello de que nunca jamás se celebraría un referéndum ilegal y asistir después a aquel bochornoso espectáculo de las urnas chinas que tan caro le ha salido al PP, miedo da escuchar ahora esto de que «Puigdemont no va a ser nunca presidente a distancia», y es que a estas alturas del partido, de Puigdemont se puede esperar todo, desde que quiera convertirse en presidente vía Skype hasta que aspire gobernar Cataluña a golpe de joystick, pero ¿qué podemos esperar del resto?, ¿que esto se corte de cuajo antes de volver a quedar en ridículo ante el mundo o que repitamos el numerito de exportar la imagen patética de un Parlamento autonómico saltándose las normas aunque sólo sea para la foto?
La clave de cómo va a terminar este nuevo reto de ese crac del absurdo que es Puigdemont no está tanto en lo que digan Gobierno, letrados, reglamentos y tribunales como en lo que vaya a hacer ERC, que está en una situación muy complicada: por una parte, apoyar que el fugado que se niega a volver para asumir la misma responsabilidad que mantiene a Junqueras en la cárcel sea investido por control remoto les tiene que sentar como un tiro; por otro, negarse en rotundo supondría avanzar hacia la celebración de unas nuevas elecciones en abril, que es probablemente a lo que vamos, y en las que habría muchas posibilidades de que ERC sacase unos resultados peores de los que ha conseguido en estas últimas.
Lo que parece evidente es que de momento el esperpento continúa y que haya o no intento de investidura telemática, Puigdemont y los suyos, que ya hemos visto que son muchos más de lo que se pensaba, siguen manejando el mango mediático de una sartén en la que el Gobierno de Rajoy puede volver a sufrir, si no anda listo, quemaduras de tercer grado.
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