Toni Bolaño
De la esperanza blanca al Ave Fénix
El Fénix muere para renacer con toda su gloria. El ave mitológica del tamaño de un águila, de plumaje rojo, anaranjado y amarillo incandescente, de fuerte pico y garras es símbolo de la inmortalidad. Dicen que pasó de la tradición egipcia a la grecorromana a través de Herodoto. Hoy en la calle Nicaragua, la sede de los socialistas catalanes, el mito del Fénix se ha hecho realidad en la persona de Miquel Iceta. El que fuera vicesecretario general con José Montilla y el hombre puente con el PSOE –forma parte de la ejecutiva de Rubalcaba– ha resurgido de sus cenizas.
Todo empezó el miércoles 11. Pere Navarro, el primer secretario, anunciaba su renuncia. Los motivos hay que buscarlos en un encuentro que tuvo con los alcaldes y líderes territoriales que le apoyaban. No aceptó sus exigencias y renunció. Los primeros damnificados, los críticos que descolocados anunciaban que no presentaban candidato en el congreso extraordinario. Sus divisiones internas y la derrota más que asegurada les hacían replegar velas.
La alcaldesa de Santa Coloma de Gramanet recogió el testigo. Núria Parlon presentó su candidatura. Recogió apoyos mediáticos –por descarte de otros candidatos– y pulsó sus aliados.Reunió el viernes 13 a los alcaldes y secretarios generales. El encuentro no fue bien. Se filtró a la prensa y la mayoría del PSC le dejó un mensaje: no se abría ningún debate ideológico. El PSC no volvería a desangrarse con el debate de la consulta soberanista. Parlon quería abrir de nuevo este melón. El 18 de enero de 2014 firmó un artículo titulado «Sí a la consulta, no a hacerla imposible». Ese camino estaba cerrado. La estrategia del PSC no estaba en cuestión. Con este escenario, Parlon tiró la toalla el sábado 14 por la noche. Asistió a la presentación de un libro del líder de Gerona, Juli Fernández, junto con los diputados Alicia Romero y Xavier Sabaté. Los cuatro eran los firmantes del artículo. Cenaron juntos. Parlon les anunció la retirada que hizo efectiva minutos antes de empezar el Consell Nacional en el que Navarro presentaba su dimisión. Para colmo, la mayoría cerraba filas y aplaudía durante más de dos minutos a un Navarro que se autoinmoló con elegancia y dignidad ante los cuadros de su partido. La esperanza blanca fue sólo un espejismo.
Desde el viernes, Miquel Iceta tomaba forma de Fénix. Se hacía de rogar porque no era la primera vez que le iban a buscar y le dejaban tirado. Se hacía el dolido pero se frotaba las manos. Se notó en su intervención a puerta cerrada en el Consell. Se postuló: «Juntos podemos y podéis contar conmigo para lo que queráis». Recordó que fue redactor de los principios fundacionales: «El PSC no es independentista, ni soberanista, y sí catalanista y federalista». Huyó de veleidades: «No somos ERC, ni Iniciativa ni Podemos», aunque sin moverse de la izquierda: «Somos un partido de trabajadores, de las clases populares y abogamos por la justicia social».
Iceta se metió en las arenas movedizas que han hundido al PSC y se dibujó como un líder: «Votaremos la ley de consultas si tiene el aval del Consell de Garantias» y «Yo quiero que los catalanes puedan votar pero yo quiero que voten una propuesta para seguir en España», preguntándose: «Qué pueden hacer los independentistas, ¡cojones que voten que no!». Con el público entregado, envió mensajes a los soberanistas: «Ya no son tiempos de pirotécnica, ni de callejones sin salida. Se ha acabado la broma»; a los críticos: «Somos un partido federalista, vinculado al PSOE. Somos eso y no otra cosa», y de esperanza: «Somos un partido plural, unido, fuerte y abierto». Puso punto final con un programa claro: «La gestora debe convocar un congreso extraordinario y la ejecutiva elegida debe convocar un congreso ordinario que será de todo menos ordinario, os lo aseguro». Miquel Fénix Iceta ha vuelto.
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