Alfonso Merlos

Decálogo contra la impostura

Una decena de razones nos lleva a concluir que este desarme-trampa de ETA es un error, un insulto y una fantochada; una estrategia disparatada que tiene su origen, desarrollo y ejecución en unos mediadores-peleles que:

1. Confunden de forma lamentable la violencia terrorista en España con conflictos como los de Sri Lanka, Irlanda del Norte, Kosovo, Tanzania o la ex Yugoslavia. Aquí no hay dos partes en pugna sino la presencia de verdugos atropellando ininterrumpidamente vidas y haciendas de inocentes.

2. Operan de parte: pagados, animados y monitorizados por el entorno de la organización asesina cuando no por la propia cúpula de los encapuchados. Tienen jefes con las manos manchadas de sangre y a sus directrices y órdenes están respondiendo.

3. Presentan un serio desorden ético: sólo aceptan trabajar en pro de un falsario escenario de paz, seguridad y libertad previa comisión de indecorosas sumas de dinero de origen semidesconocido.

4. Manifiestan un rechazo notable de los engranajes que mueven a las sociedades abiertas cuando, por ejemplo, amordazan a los periodistas que tienen dudas más que razonables respecto de su oscura y lucrativa misión.

5. Representan una forma sui generis de complicidad con el crimen: su posición natural y moral debería ser la de colaborar con la justicia para determinar el sitio en el que un puñado de delincuentes esconde todavía no se sabe cuántas armas.

6.Insultan a las víctimas del terrorismo situándose en una posición –en el mejor de los casos– de equidistancia entre los que han puesto coches bomba o pegado tiros en la nuca y los que han acudido ininterrumpidamente a hospitales y cementerios para atender o rezar a sus familiares.

7. Usurpan de forma extravagante y cómica la función de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, en cuyo horizonte se encuentra precisamente poner a buen recaudo las armas de una cuadrilla de desalmados. Esto es cosa de la Guardia Civil y el Cuerpo Nacional de Policía. De nadie más.

8. Prostituyen la esencia del Estado de Derecho: se arrogan la capacidad de establecer qué tendrían que hacer los poderes ejecutivo, legislativo y judicial para que los que han vivido para la destrucción material y humana dejen de hacerlo.

9. Cabalgan entre la ingenuidad, la ignorancia y la maldad pretendiendo pasar por alto lo que la mayoría absoluta de españoles conoce: que, más allá de este material de rastrillo expuesto de forma peripatética, estos carniceros guardan toneladas de explosivos, ni se sabe qué cantidad de subfusiles y más de un centenar de pistolas.

10. Mantienen una complicidad antidemocrática con la amenaza y el chantaje: presentan una hoja de ruta unidireccional con la premisa de que si no hay reacción permisiva y positiva de políticos y jueces las hostilidades en algún tiempo y de algún modo podrían regresar.

Todas y cada una de las expuestas son razones necesarias y suficientes para darle con la puerta en las narices a una plantilla de impostores a los que hay que lanzarles un único mensaje: «Váyanse por el mismo camino por el que han venido». A pesar de su escaso dominio del español lo van a entender. Seguro.