Restringido
Degenerando, degenerando
Pablo Iglesias ha logrado en sólo dos años hacerse con la extrema izquierda que pastoreaban los veteranos de IU y algo todavía más difícil: convertirse en el personaje más plasta del panorama político español.
Lo de la visita en mangas de camisa a La Moncloa, con la inevitable homilía posterior, ha sido de aurora boreal.
El de Podemos anda más necesitado de publicidad que una muñeca en vísperas de Navidades y quizá por eso, en la precipitación del momento, en lugar de elegir «The Walking Dead», «Mad Men» o alguna serie televisiva para no repetir el chiste de «Juego de Tronos», optó por «Juan de Mairena».
El libro, publicado en 1936 en vísperas de la Guerra Civil, es un joya literaria, pero es que el muy fatuo acompañó el regalo con una dedicatoria manuscrita en la que da lecciones a Rajoy y donde se presenta como un español que «oye cantar los gallos de la aurora». Antonio Machado, que lleva 77 años criando malvas en el cementerio de Colliure y dejó escrito aquello de que «el narcisismo es un vicio feo y viejo», se tiene que haber retorcido en la tumba. Y contorsionándose, no sé si de risa o de dolor, deben estar a estas horas buena parte de los que hace cinco meses votaron a las listas municipales y autonómicas que promocionaba «Coleta Morada» y comprueban que a los podemitas de Aragón les parece estupendo que Willy Toledo insulte a la Virgen del Pilar, Carmena exilie el belén del Ayuntamiento de Madrid, los del Kichi se caguen en los muertos de la Guardia Civil y Colau la emprenda con los turistas. Y patidifusos deben estar un montón de ciudadanos, a los que el profesor les parecía listo y han descubierto que para defender la unidad de España todo lo que se le ocurre, justo después de que sus compinches apoyen a la separatista Forcadell en el Parlamento catalán, es montar referéndums independentistas desde Finisterre a Tarifa. Entre los atónitos, habría que incluir a las mujeres, estudiantes y homosexuales iraníes, cuando se enteren de que el predicador español cobra de los ayatolás por sus labores televisivas. Y por supuesto a los venezolanos, a los que padecen prisión como Leopoldo López y a todo ese pueblo que sufre la dictadura y la incompetencia del chavista Maduro, amigo, protector y socio de Iglesias y su cuadrilla.
En el frenesí de la política , a cualquiera se le puede escapar una tontería. Lo tremendo, como ocurre con Pablo Iglesias, es soltarlas con tanto énfasis y hablando en tercera persona. La estulticia es degenerativa y de aquí al 20-D faltan siete semanas.
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