César Vidal
Del Cocibolca a la China
La geografía pesa enormemente en el destino de los pueblos. Ni Gran Bretaña se hubiera salvado de las invasiones ni España hubiera sufrido tantas de no ser la primera una isla y la segunda, un cruce de caminos entre el norte y el sur, entre Europa y África. En ocasiones, esa circunstancia resulta especialmente trágica. En el caso de Nicaragua, la geografía casi se resume en un lago, el Cocibolca, situado en el centro de su mapa. Ante la posibilidad de que el canal de Panamá pudiera ser atacado – tenía cerca de una veintena de puntos vulnerables a inicios del siglo pasado– Estados Unidos concibió la idea de abrir un segundo canal transoceánico aprovechando el gran lago nicaragüense, el segundo de Hispanoamérica tras el Titicaca. Para contar con esa opción, lógicamente resultaba necesario controlar al gobierno de la república centroamericana, lo que se tradujo en que desde 1912 a 1933 –con un pequeño paréntesis de nueve meses en 1925– Nicaragua fuera ocupada por los marines. En 1914, el Tratado Bryan-Chamorro garantizó que Estados Unidos tendría el ansiado canal y además podría construir defensas para su protección y, desde 1927 a 1933, la nación se vio sumergida en una guerra civil en la que un guerrillero nacionalista llamado Sandino se opuso ferozmente a la intervención extranjera. La larga dictadura de los Somoza se plegó a los intereses de Estados Unidos y, cuando cayó a consecuencia de una sublevación popular, la Guerra fría llegó a Nicaragua no sólo por el color de unos sandinistas que eran marxistas y procastristas, sino, especialmente, por el temor a perder la posibilidad de excavar el canal. Al fin y a la postre, Estados Unidos no se ha hecho con el canal, pero el proyecto no ha quedado abandonado. Hace apenas unas horas, el presidente Daniel Ortega, en contra de la opinión pública y de una posición de más de un siglo de vida, ha entregado la concesión del canal, por un siglo y con beneficios añadidos, a China. Una vez más, de manera silenciosa, la Casa Blanca estaba demasiado entretenida en batallas absurdas y artificiales en Oriente Medio o Ucrania como para percatarse de lo que sucede al sur de río Grande. El día menos pensado, China no sólo unirá dos océanos con un canal que Estados Unidos soñó, no sólo poseerá casi todas las empresas estratégicas del Perú, no sólo trazará las comunicaciones de Bolivia, sino que dispondrá de una base en Argentina... y si no al tiempo.
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