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Del Cu-Cut a la CUP

La Razón
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El 25 de noviembre de 1905, un numeroso grupo de oficiales asaltó la redacción de la revista «¡Cu-Cut!» en Barcelona, debido a la publicación de una viñeta humorística, en la que se ironizaba sobre las derrotas del ejército español. Los militares estaban encabezados y dirigidos por Herman Brandéis (Hamburgo 1851), periodista y oficial de caballería del ejército prusiano, corresponsal de guerra en España, que se incorporó al ejército liberal. La viñeta que motivó el asalto fue dibujada por Juan García Junceda, reconocido ilustrador católico («Historietes exemplars», «El bon seny», «Lliga del bon mot»), hijo de un militar asturiano y él mismo un aspirante a una carrera de las armas, de las que fue rechazado por suspender el examen de ingreso.

Los agresores tuvieron total impunidad y recibieron el apoyo de los altos mandos del Ejército y del rey Alfonso XIII y, como consecuencia final, las Cortes aprobaron una Ley de Jurisdicciones, impulsada por el liberal Segismundo Moret (de ascendencia catalana, de Roda de Ter, en Vic), que establecía que los tribunales militares serían los que juzgarían los delitos contra la Patria y el Ejército. La suspensión de las garantías constitucionales y la confusión de mezclar lo catalán con el separatismo conllevó de forma artificiosa a crear una falsa atmósfera de desafección de los catalanes hacia los símbolos españoles, personificados en el Ejército. A raíz de todo ello nació «Solidaritat Catalana», una coalición transversal (de revolucionarios a carlistas), amparada con el patrocinio de una burguesía catalana que andaba reclamando un mayor protagonismo en el quehacer español y que consiguió un resonante triunfo en las elecciones generales de 1907. Empezó lo que hasta la fecha ha sido conocida como la «cuestión catalana».

El nuevo movimiento liderado por Prat de la Riba convocó masivas y espectaculares manifestaciones; especialmente recordada es la «Festa de l´homenatge» celebrada en Barcelona el 20 de mayo de 1906 y que congregó a 200.000 personas. La coalición electoral arrolló en las elecciones generales de 1907, donde consiguió 41 diputados de los 44 que le correspondían a Cataluña, al tiempo que los balcones de las ciudades catalanas se llenaron de banderas por doquier.

El asalto a la revista «Cu-Cut» inició una fase de movilizaciones que incitó a la agitación de sectores radicales anarquistas, que tomaron la iniciativa ante el empuje lerrouxista y la frustración nacionalista, terminando el movimiento bruscamente en la semana trágica de Barcelona en 1909. El juego nacionalista del president Mas se inició con manifestaciones en 2012, continuó con el 9-N del año pasado y ha culminado con la lastimosa subasta de la presidencia de la Generalitat para obtener el plácet de los bolivarianos de las CUP, y que puede acabar en una enorme frustración y terminar en tragedia como en 1909.

Es, en estos momentos de zozobra, cuando la mayoría de los catalanes y el conjunto de los españoles debemos reclamar a nuestros gobernantes y a los partidos no secesionistas una hoja de ruta clara para que no se repitan hechos como los del «Cu-Cut» ni las añagazas de Mas con las CUP.