Lucas Haurie
Del relativismo al califato
La joven onubense de 22 años (¡una cría!) que anteanoche fue detenida en el aeropuerto de Barajas cuando trataba de unirse al Estado Islámico en Siria, a través de Turquía, no es sólo una víctima de su propia locura ni tampoco, desde luego, un detritus flotante de la alcantarilla social de Occidente, entendido como tal el conjunto de países más prósperos y libres de la Historia de la humanidad a los que, sin embargo, una legión de estúpidos biempensantes (valga la redundancia) trata de culpar de todos los males del mundo. Esta niña fatalmente extraviada, española por los cuatro costados, formada (¿?) en Andalucía y sin ninguna noción de idioma distinto al castellano, es una secreción del sistema educativo relativista y equidistante y, en última instancia, básicamente analfabeto, que malcría a los alumnos entre la algodonada falacia socialdemócrata del todo-vale, les ahorra la molestia de pensar porque Canal Sur piensa por ellos y los aparta, por puro rencor sectario, del corpus ideológico que nos ha traído hasta aquí, un lugar mucho más habitable que las catacumbas criminales del califato que reclutó a esta pobre idiota con cuatro vídeos colgados en Internet. ¡Así de intelectualmente vulnerables quiere la Consejería de Educación a los jóvenes andaluces! No hay ningún motivo para que una chica egresada de un colegio de Almonte confunda el rociero salto de la reja en Pentecostés con el asesinato masivo de infieles. Excepto si unos pedagogos maulas imponen a sus profesores inconcretos discursos sobre «la violencia de los monoteísmos» en general, que equiparan las cruzadas de hace un milenio con los degollamientos de hoy. Este buenismo por decreto puede ser la menos inocente de las políticas.
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