Julián Redondo

Delitos

La Razón
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Vaya por delante que Ángel María Villar y Alphonse Gabriele Capone no tendrían nada en común ni aunque en los años veinte hubieran coincidido en Chicago, salvo el catolicismo, que el presidente de la RFEF practica y no consta que el gángster fuera de misa diaria, ni siquiera anual. Tampoco es que Villar sea Eliot Ness; pero, desde luego, no es Al Capone. Sin embargo, hay un hilo conductor que acerca a ambos, aunque por motivos contrapuestos: el dinero.

Sí, «Scareface» («Cara Cortada») hizo faenas de todos los colores y escribió con letras de sangre en casi todos los ámbitos delictivos: asesinatos, contrabando de alcohol –uno de sus negocios más lucrativos al coincidir con la Ley Seca–, explotación de la prostitución, juego ilegal, extorsión, evasión de capitales... Hacia 1927 se calculó que la fortuna del jefe del «Sindicato del crimen» ascendía a 100 millones de dólares. Y, claro, a Ness, Wilson –el agente que descubrió las trampas contables– y a «Los Intocables» no les cuadraban las cuentas y le trincaron. Le descubrieron culpable de no haber pagado 215.000 dólares en impuestos. La fechoría fue castigada con 11 años de prisión. Cumplió siete, los cuatro últimos en Alcatraz, y con 48 años y 8 días murió de neumonía en Palm Beach (Florida), que ya tiene delito...

Con todo lo malo que hizo, a Capone le encarcelaron por incumplir con el Fisco. A Villar no le van a encarcelar, desde luego, pero le pueden inhabilitar, no por llevarse dinero, que no lo ha hecho, sino por prestarlo. Que también tiene delito... Los créditos al Recreativo y al Marino pueden apartarle de la carrera electoral si le inhabilitan dos años, que es lo que se malicia, de ahí los nervios, que no le dejan ver la realidad.